Sobre el autor

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Puerto Rico (1986). Juris Doctor, Universidad de Puerto Rico. B.A. en Literatura Comparada, Universidad de Puerto Rico, Recinto Universitario de Mayagüez. Entre sus publicaciones destacan: Estoicismo profanado (2007), premiado por PEN Club de Puerto Rico y El imperio de los pájaros, (2011). Es columnista de la Revista Cruce y realiza estudios doctorales en Filosofía y letras en CEAPR. Se ha desempeñado como educador comunitario. Varias noches vagó por las calles de algún punto de la isla ofreciendo condones, jeriguillas limpias y pruebas de VIH.

Sobre mi poesía

“Echevarría Cabán reintroduce en el país una poesía indagatoria cuyo realismo imaginativo se encamina hacia una estética experiencial imaginística como posible paradigma de nuestra literatura más actual”

–Alberto Martínez Márquez


"Indudablemente, la poesía de Abdiel Echevarría es un reto a la normalidad de una conciencia tradicional"

–Rafael Colón Olivieri


miércoles, noviembre 21, 2007

Redes de intercambio y la discusión generacional desde el ochenta a la actualidad: nuevas concepciones de lo literario


Redes de intercambio y la discusión generacional desde el ochenta a la actualidad: nuevas concepciones de lo literario


La discusión generacional siempre ha abierto fisuras de tensión en cuanto los criterios utilizados para seleccionar a los autores representativos de determinado periodo, mas cabe preguntarnos si en pleno siglo XXI la representatividad aún tiene un espacio y de ser así cómo ha sido transformado el término y su aplicación. Las décadas finales del siglo XX atestiguaron, o mejor dicho, produjeron los “grandes” debates entre el poder y el lenguaje y la realidad que intentaban capturar sus múltiples registros. Por tal motivo, hoy rememoro a Friedrich Nietzsche precursor de dichos debates durante el siglo XIX con su Introducción teorética sobre la verdad y la mentira en el sentido extramoral (1873) en la cual nos advertía sobre la impenetrabilidad que nuestro lenguaje imponía a la realidad. Advertía que el lenguaje construía andamiajes conceptuales que nos alejaban de la realidad en sí y sólo si acaso rozaban con la verdadera esencia de ésta. Desde antes ya la metafísica mostraba signos de agonía y ello nos condujo en el camino del conocimiento occidental a mirar hacia el lenguaje que estructuraba dicha realidad, Hume y Kant ya esbozaban las limitaciones del conocimiento humano durante el siglo XVIII, no obstante, es Nietzsche el primero en relacionarlo con la estructura lingüística. Si seguimos la primera premisa notaremos que el lenguaje de por sí lleva intrínsecamente los códigos que constituyen el marco referencial de nuestra realidad, según la nombra la construye, y por tanto, arma la representatividad de las cosas.

Sin embargo, luego de la deconstrucción de esas estructuras, que nos legara Jacques Derrida, queda preguntarnos si la representatividad de algún discurso es posible. A lo cual, debo responder que sólo en la medida en que podamos reconocer las limitaciones que el lenguaje configura para mostrar la realidad que inventa, o trata de construir en el imaginario colectivo. No obstante, este imaginario colectivo nos es tan abarcador como pretende ser y está constituido por constantes disrupciones y fragmentaciones que articulan su entramado, o como diría Noel Luna, esa imbricada red de hilos que la conforman y que, a fin de cuentas puede considerarse un espejo de las identidades o disidentidades representadas. Cabe señalar que estos dos ejemplos no se recrean según los grandes relatos de la modernidad en cuanto a las ambiciones colectivas de un pueblo, nación o la sociedad civil sino que tales representaciones funden las posibilidades de las mismas y aúnan los márgenes ignorados por la masificación que condujo el proyecto democrático de la modernidad y sus respectivas “mayorías-minorías” al poder. El cuestionamiento de estos estatutos es el rasgo que tanto la generación del ochenta como la actual literatura comparten. Por ello, los discursos del margen se apoderan del espacio literario actual entrelazados con el lenguaje como principal protagonista de esta discusión. Poetas como Noel Luna en Hilo de voz, Alberto Martínez Márquez en Frutos subterráneos y Javier Ávila en la Simetría del tiempo y toros de sus escritos, entre otros muchos/as han entrado a la discusión directa del lenguaje como referente de sí mismo y de la realidad de que construye. Sin embargo, aún en estos poetas no encontramos discusiones sobre la disolución de la identidad nacional a favor de una genérica liderada por las campañas publicitarias del Mc World y la globalización que intenta constituir una unidad cultural basada en mercados de libre comercio a excepción de Martínez Márquez. Si bien es cierto que el absurdo y el oxímoron son recursos recurrentes a la hora de la creación poética, especialmente en el caso de Martínez Márquez, no queda del todo claro si su intención es protestar contra esta situación o hacerse eco de la misma. Por lo que, la ambigüedad y el vacío serán otros de los temas que compondrán los discursos del ochenta y la actual generación.

Entre otros temas que abarcaran esta nueva literatura las voces femeninas son quienes se adentran mucho más en el discurso de la nación con motivo de desarticular micropolíticas del género y reconstituir el discurso de la nación postmortem, como es el caso de Ana María Fuster Lavín en Réquiem y El libro de las sombras y Maribel R. Ortiz en Bondades de Cronos.

En efecto estas combinaciones traen a colación los estados anímicos de incertidumbre y contradicción que son en posmodernidad y la tardomodernidad fuerzas que mueven las redes del entramado social. La contradicción característica de nuestra contemporaneidad es sin duda la ruptura de las identidades nacionales y creación de un gran discurso identatario, globalizante y unitario. Esto contrapone a quienes consideran que la década del noventa representó la caída de los grandes ideales políticos de la modernidad con la caída del comunismo soviético. Resulta interesante reconocer que lo que a primera instancia parecía la unipolarización del mundo hoy es resquebrajado nuevamente en América Latina con la subida al poder del mal llamado populismo de izquierdas y la reaparición de las tensiones entre Estados Unidos y Rusia. Se suma al panorama las agresiones mutuas entre el Islam y occidente. Ante este panorama ¿podemos hablar de la caída de los ideales en el mundo occidental? Mas aún, a este cuadro añado la agenda de derechos y micropolíticas internas dentro de las naciones que quedó incompleta y que las instituciones representativas del poder como la Iglesia, el estado y los sistemas de instrucción pública impidieron realizar, como la libertad de derechos civiles, libertades para los países marcados por el fantasma del colonialismo y la subalterninidad o el epíteto tercer mundista, para mujeres, grupos étnicos distintos al caucásico y la comunidad LGBT.

En efecto, la posmodernidad nos ha permitido reflexionar sobre estas situaciones, sin embargo, el advenimiento de una segunda modernidad es a mi juicio incuestionable. Todo lo que la modernidad primera paralizó a favor de la consolidación del sujeto racionalista masculino caucásico aún queda en agenda. Una manifestación de esta modernidad en agenda como prefiero llamarla o segunda modernidad se manifiesta en la predilección por la cantidad de literatura inédita que queda por descubrir del ocheta y la actualidad. Conversando con la poeta Mayda Colón quien aún permanece en la ineditez, me percaté que esta actitud más que una enajenante y apolítica es una subversión a la masificación de la literatura como parte de la expansión de los relatos identatarios de la globalización. Una diferencia es notoria entre el ochenta y los novísimos, en el ochenta esta exclusión no fue del todo voluntaria sino que fue impuesta por los escritores y editores que representaban esos discursos de la primera modernidad entiéndase por estos los escritores setentistas quienes hoy constituyen el canon de la literatura moderna.

No obstante, en la actualidad el espacio de lo inédito para muchos escritores es uno de protesta, no podemos en ello identificar un heroísmo patriótico de consolidación, pero sí una postura de rebeldía ante los discursos del poder. Este espacio de lo inédito converge con el de las publicaciones de modo paralelo. Mayda, por ejemplo, alude al rescate de la oralidad de la expresión su argumento se sostiene debido a que la historia se cuenta como una especie de rumor que constituye sólo un espectro de la memoria. Hecho que me recuerda a José Saramago quien en la presentación de su último libro Pequeñas memorias indica que todo está condenado al olvido aunque seamos nosotros quienes transportemos el tiempo. Estas palabras pueden sin duda tomarse como una reflexión sobre la historia y el reconocimiento de que la memoria sólo es producto del imaginario y como producto de éste sólo es un intento por reconstruirnos al fabular nuestra realidad. A esta escritora se unen por igual la poeta y narradora Alexandra Pagán quien a pesar de ser laureada por certámenes literarios aún permanece inédita, por igual, René Pérez y me gustaría destacarlos como escritores jóvenes del oeste que aún enfrentan la marginalidad con respecto a la historia literaria que tiende a favorecer a los escritores sanjuaneros. Cabe añadir del ochenta a la poeta Belia Segarra.

Este rescate de la oralidad no sólo converge con el espacio literario sino que por igual adquiere otros matices en la era virtual. Una página de Internet es de por sí un espacio público conectado a una red de internautas, sin embargo, no se hace público hasta tanto no es descubierto por éstos. Por lo cual, los blogs literarios, las comunidades virtuales existen en un espacio semipúblico que puede ser abierto o cerrado según el interés particular de los escritores.

Por otra parte, las publicaciones aún proliferan y adquieren mayor difusión y presencia nuevos escritores en este periodo. Tres factores contribuyen a que suceda esta nueva eclosión generacional. En primer lugar, la inclusión de los escritores del setenta al canon puertorriqueño abre el espacio para que nuevos escritores emerjan. Esto sin duda les rescata como movimiento literario, pero les resta alcance a la contemporaneidad, y destaco que muchos de éstos permanecen publicando obras, sin embargo, su estatuto de Escritor con “E” mayúscula los aísla de la actual reconstrucción del lenguaje literario. Y me explico, los escritores constituyen sus relatos alrededor de una realidad contextual inmediata y un discurso paradigmático, aunque éste se renueve con los años. Mas al mismo tiempo, la inclusión al canon establece un paradigma a seguir o a contraponer, lo que impulsa nuevos relatos a construirse, ya sean de continuidad o disrupción. En segundo lugar, la exclusión editorial que experimentó el ochenta, salvo pocas excepciones, permitió la creación de nuevas editoriales. En efecto, estos escritores se constituyeron así mismos alrededor de la editorial Isla Negra dirigida por Carlos Roberto Gómez Beras, de esta forma se rescataron varias de sus obras y cabe destacar, que la mayoría de éstos recién publican sus primeros o segundos trabajos literarios. Esta situación, por igual, descentralizó el control de las publicaciones en el país y abrió las puertas a una nueva literatura. En tercer lugar, gracias a esa descentralización adviene el nacimiento de más proyectos editoriales, como es el caso de Terranova Editores dirigida Elidio La Torre Lagares y Ana Ivelisse Feliciano y recientemente la Editorial Pasadizo. Cabe destacar que Terranova con tan sólo cinco años de haberse fundado ya ha sido galardonada con el premio a la excelencia editorial por la Feria Internacional de Libro de Puerto Rico. Estas editoriales no han excluido a escritores de la generación del setenta de sus respectivos planes editoriales, entre estos cabe destacar a Etnairis Rivera en Terranova. Por igual, la Editorial Callejón ha publicado a Rosario Ferré y Áurea María Sotomayor ambas igualmente escritoras del 70.

Finalmente, esta breve reflexión, aunque panorámica debido a que he tenido que limitarme por el tiempo, amplía el marco que inicié con el ensayo publicado en la antología Poesía en el Tiempo… y me quedo corto aún porque lo maravilloso de la actualidad es que el intercambio cada vez es más rápido y su alcance modifica constantemente esos imaginarios que construimos con el lenguaje.
Para adquirir la antología puede comunicarse con Leticia Ruiz al 787 517 8788 ó a su dirección electrónica leticiaruiz02@gmail.com.

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