Sobre el autor

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Puerto Rico (1986). Juris Doctor, Universidad de Puerto Rico. B.A. en Literatura Comparada, Universidad de Puerto Rico, Recinto Universitario de Mayagüez. Entre sus publicaciones destacan: Estoicismo profanado (2007), premiado por PEN Club de Puerto Rico y El imperio de los pájaros, (2011). Es columnista de la Revista Cruce y realiza estudios doctorales en Filosofía y letras en CEAPR. Se ha desempeñado como educador comunitario. Varias noches vagó por las calles de algún punto de la isla ofreciendo condones, jeriguillas limpias y pruebas de VIH.

Sobre mi poesía

“Echevarría Cabán reintroduce en el país una poesía indagatoria cuyo realismo imaginativo se encamina hacia una estética experiencial imaginística como posible paradigma de nuestra literatura más actual”

–Alberto Martínez Márquez


"Indudablemente, la poesía de Abdiel Echevarría es un reto a la normalidad de una conciencia tradicional"

–Rafael Colón Olivieri


lunes, junio 11, 2012

Caridad Masturbada


Reclamo la tierra violada de mi nombre
cárcel de manos airadas sobre el tálamo
trémulo, sobriedad de sonrisas quemadas,
posadas como un golpe de estampida sobre el rostro.
Lo sé, te ofende que no ceda a tu indulgencia,
sé también, no hay rastro de bondad en la caridad,
no hay ápice siquiera de bálsamo,
es la más servil de todas las autocomplacencias.
¡Quieres que alimente tus rafagas de vuelo de rodillas!
Beba del mantra- racimo y desdibuje espejismos
en la corriente vertida de mi sangre.
La corriente,
vierte todo mi semen fecundo
entre las entrañas del abismo
y preña los muros desolados de la herrumbre.
Quieres que sea la rosa, la rosa palpitante de desvelo,
por tu nombre magnánimo.
Buscas en mis ojos la raíz dócil del mancebo suculento
que desconoce el poder de su belleza.
Buscas la inocencia lozana y es solo otro espejismo
de tus manos, corta el vuelo al ras del suelo.
Ser banquete es otra fuga en la que se pierden los pasos.
El sexo nos libera tanto como nos esclaviza.
Los clavos, son siempre clavos cuando clavan,
y mis manos son corriente ensangrentada,
mi espalda muro de lamentos de penumbra opalescente.
Quieres para mi voluntad, la danza de la guillotina,
el viaje hasta el centro del vientre seco…
Oh, Caridad, no te masturbes en mi cara,
puedes venirte sobre la sangre decapitada de tu desvelo…

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