Sobre el autor

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Puerto Rico (1986). Juris Doctor, Universidad de Puerto Rico. B.A. en Literatura Comparada, Universidad de Puerto Rico, Recinto Universitario de Mayagüez. Entre sus publicaciones destacan: Estoicismo profanado (2007), premiado por PEN Club de Puerto Rico y El imperio de los pájaros, (2011). Es columnista de la Revista Cruce y realiza estudios doctorales en Filosofía y letras en CEAPR. Se ha desempeñado como educador comunitario. Varias noches vagó por las calles de algún punto de la isla ofreciendo condones, jeriguillas limpias y pruebas de VIH.

Sobre mi poesía

“Echevarría Cabán reintroduce en el país una poesía indagatoria cuyo realismo imaginativo se encamina hacia una estética experiencial imaginística como posible paradigma de nuestra literatura más actual”

–Alberto Martínez Márquez


"Indudablemente, la poesía de Abdiel Echevarría es un reto a la normalidad de una conciencia tradicional"

–Rafael Colón Olivieri


lunes, junio 11, 2012

¿Una estética marxista-feminista?: El cuerpo textual como mercancía y sus implicaciones bio-geo-políticas


      La poiesis de Julia de Burgos y Kattia Chico transitan territorios discursivos que construyen al cuerpo como una metáfora de la transnacionalidad, toda vez que  el cuerpo -como mercancía- se transforma simbólicamente en un producto cultural que fluye en el mercado, descontextualizado de la “verdadera experiencia nacional.” En este espacio de intercambio socioeconómico podemos rastrear las tecnologías y servicios que, articulan al cuerpo transmigrado por medio del fetishismo. Esto supone al cuerpo como mercancia canjeable en la sociedad postcapitalista. Aunque, cabe señalar que dicha dinámica puede suscitarse al margen a través de intercambio clandestino,[1] para la teórica queer y postfeminista Beatriz Preciado esto es controlado por el bio-poder que se constituye por medio de la regulación de los cuerpos en las sociedades patriarcales/ capitalistas. Particularmente regulados por el Estado, las tecnologías del sexo y el genero. Preciado en su Manifiesto contra-sexual (2000) esboza el siguiente argumento:

            Es preciso señalar que estas tecnologías del sexo y del género no existen aisladamente o de manera específica, sin formar parte de una biopolítica más amplia, que reúne tecnologías coloniales de producción del cuerpo-europeo-heterosexual-blanco. De este modo el nuevo cuerpo masturbador, amenazado por una contaminación interna a sus propios límites, opera también como una metáfora fisiológica de nuevos estatales modernos en pleno periodo de expansión colonial. (83)

             El nuevo cuerpo, o cuerpo transgénero como prefiero llamarle, -sin acotar alusiones directas al sentido tradicional del término- configura esos nuevos estatales modernos por medio de su inserción en el discurso transnacional y transcolonial. Es importante indicar que el cuerpo transgénero no es igual al cuerpo transexual, ambos se mueven a través de tecnologías e intercambios distintos aunque muy similares. Sólo en el cuerpo textual de Julia de Burgos observamos cierto deseo de transformar su cuerpo al sexo opuesto, ello supone la intención de crear la utopía de un cuerpo transexual, que por sí sólo no escapa a los binarios heteronormativos hombre/mujer. Sin embargo, junto a la desestabilización de ciertas prácticas sexuales reafirman un estado de flujo identitario que se examinará más adelante en lo que denomino el género nómada.

            En este sentido, según Ramón Grosfoguel en Colonial Subjects: Puerto Ricans in a Global Perspective (2003), es necesario trascender el estado-nación[2].  Aunque tengo mis reservas en cuanto a su planteamiento sobre el caso de Puerto Rico, que no se ha constituido como un estado-nación, debo reconocer que ésta es la estrategia discursiva que permite ubicar al cuerpo como un organismo capaz de subvertir los cánones patriarcales de dominación imperialista. Grosfoguel aboga por la trascendencia del estado-nación según la rearticulación geopolítica de las diásporas, por ejemplo, en Estados Unidos, hecho que igualmente puede aplicarse a todo tipo de desplazamiento en las zonas geográficas del sistema económico global. Dicha trascendencia no implica necesariamente la anulación de la identidad nacional sino su reintegración geopolítica, especialmente cuando se entra en contacto con otros grupos culturales. Habría sin duda que añadir al planteamiento de Grosfoguel que dicho desplazamiento se suscita igualmente sin la necesidad de moverse del espacio geográfico. El exilio y/o trascendencia de la propia cultura se puede manifestar desde la integración de otras culturas por medio de las subculturas. Por ejemplo, puede atribuirse una nacionalidad específica a un gótico o a un otaku. ¿Hasta qué punto la hibridez entre subculturas altera la construcción discursiva del género y la nacionalidad?

            Si bien es cierto que podemos identificar un lugar de partida, una nación específica, tal es el caso de Japón y su cultura pop que ha llegado a nuestros mercados y cuya representación del género es sumamente subversiva, lo cierto es que la identidad nacional se transforma a través del flujo del cuerpo textual cuando se inscribe en otro contexto. Ello me lleva a pensar en el “softpower” japonés extiende aspectos de la cultura pop japonesa en espacios a los cuales su poder político no puede extenderse por limitaciones geográficas y/o económicas.

            En este sentido hablamos de un intercambio transcultural por medios virtuales y/o los productos culturales asociados a la cultura del mercado, en este caso Anime, manga, entre otros productos. Cabe destacar que este “softpower” ha sido un medio por el cual se ha defendido la identidad nacional puertorriqueña por parte de los grupos separatistas. De hecho, podemos hablar de la infiltración de la cultura puertorriqueña en el imperio ya sea, por medio de representaciones culturales folklóricas (que no necesariamente definen lo puertorriqueño) como el desfile puertorriqueño de Nueva York o los productos culturales como los textos de la diáspora de autores como Esmeralda Santiago, Judith Cofer y Willie Perdomo quienes escriben en inglés.

            Ante esta realidad, las poetas que se analizan en este estudio ubican en un espacio figurado el proceso de construir una identidad de género tránsfuga que parodia los roles sociales predispuestos, por lo cual, dicho estado-nación se desplaza hacia un espacio alterno inestable que es el cuerpo. Por lo tanto, el cuerpo reemplaza  en sí mismo el espacio del estado nación para producir un discurso identitario vacuo en el cual se reinscribe la metáfora de la nación. De esta manera desestabilizan la unicidad del discurso paternalista. Con ello, incluyen en la discusión el punto de vista subalterno que cuestiona la colonialidad sobre el género en la construcción del imaginario social.

            Esta estrategia subjetiva es uno de los primeros atentados que varios poemas de ambas autoras produce debido a que desarticula la unicidad de los universales típicos de los discursos masculinos y coloniales. Ambas quiebran la obliteración de la opresión e introducen un punto de vista subalterno ignorado de la discusión epistemológica.  Más aún, cuando dicha discusión repercute en la desestabilización de los discursos del margen como el feminista, que ha buscado crear un cuerpo textual anclado muchas veces en patrones heteronormativos y exclusivos. Asimismo, algunos discursos queer, especialmente de parte de los activistas que buscan asimilarse en su afán por cifrarse una identidad inmutable muchas veces ignoran las diversidades dentro la misma comunidad LGBTT[3] que reclaman para sí. Por lo tanto, el punto de vista subalterno que se esboza en algunos poemas de Julia de Burgos y Kattia Chico propone la desarticulación identataria del género del sujeto, sus intentos de plantear una identidad se establecen desde la fuga, cuya estrategia recala en la descolonización del cuerpo y replantea sus múltiples manifestaciones identatarias.

Julia de Burgos, la territorialidad del mar, el río, la isla y el género nómada

            El Dr. Juan G. Gelpí en su libro Literatura y paternalismo en Puerto Rico (1993) profundiza su lectura sobre la desarticulación del sujeto en la poética de Julia de Burgos vis à vis la retórica paternalista establecida por la Generación del treinta, especialmente su propuesta contestataria ante la visión insularista de Antonio S. Pedreira.[4]  Gelpí nos indica que el discurso poético de Burgos se inscribe en una tradición que se intenta cimentar como un estado-nación y en la inmovilidad territorial que produce el aislamiento insular. Para Gelpí la construcción del sujeto nómada, idea que extrae del trabajo de los teóricos franceses  Gilles Deluze  y Félix Guattari[5], encuentra en el elemento del agua, el surco, el aire, las rutas, entre otros, la capacidad de fuga ante los supuestos que definen la identidad nacional, por cuanto, se desestabiliza la imagen de unicidad colectiva. Asimismo añade que en poemas de Julia de Burgos se quiebra la hispanofilia y revela la lucha de  clases en poemas como: “Desde el puente de Martín Peña” en que se aboga por los derechos de la clase obrera y “Ay, ay, ay de la grifa negra” que junto a Luis Palés Matos integran el punto de vista subalterno de la negritud. Señala que en los debates sobre la identidad lingüística de la isla igualmente se fragmenta ya que Burgos escribe su último poema “Farewell in Welfare Island” (252) en inglés contrario a la corriente intelectual que defendía el español como lengua identitaria:

Where is the voice of freedom,
freedom to laugh,
to move
without the heavy phantom of despair?

Where is the form of beauty
unshaken in its veil simple and pure?
where is the warmth of heaven
pouring its dreams of love in broken spirits?

It has to be from here,
right this instance,
my cry into the world.
My cry that is no more mine,
but hers and his forever,
the comrades of my silence,
the phantoms of my grave. (252)

 En términos geopolíticos la mirada subalterna de Julia de Burgos en este poema se deshace de su yoidad para ubicarse en la otredad de la diáspora en severa crítica a la imposibilidad que enfrentan las minorías del imperio y las del territorio insular de alcanzar el sueño de la modernidad o en otras palabras el sueño americano. Aunque se pueda alegar que el valor simbólico de la isla la ha mantenido parcialmente doblegada ante las economías neoliberales por las transferencias monetarias federales, no podemos negar que las ilusiones del proyecto Manos a la obra se desgastaron rápidamente y la población volvió a sufrir los estragos del estancamiento socio-económico.

            No obstante, esta fragmentación de la voz poética en la otredad igualmente se manifiesta en la construcción del género. Este aspecto no visitado por la crítica, según tengo noticias, es la desarticulación de la identidad de género no sólo como estrategia discursiva para contrarrestar la opresión en la mujer heterosexual, sino que asimismo propone un género nómada, como he decido llamarle partiendo de los planteamientos del sujeto nómada,  que transita espacios ambivalentes que se constituyen desde la integridad del cuerpo femenino cuyo territorio se anula para dar paso a la fuga de la identidad. Deseo aclarar que la escisión entre sujeto histórico y poético es necesaria ya que, la Julia histórica es una poeta heterosexual según tenemos noticias, sin embargo, no es así cuando examinamos poemas en que la identidad de género se vuelve inestable, tal cual “Pentacromía” que el mismo Gelpí menciona en su estudio:
Hoy quiero ser un hombre. Subir por las tapias,
burlar los conventos, ser todo un Don Juan;
raptar a Sor Carmen y a Sor Josefina
rendirlas, y a Julia de Burgos violar. (19)

            La inestabilidad se establece no sólo desde la construcción alternativa de género sino que se transcribe en el deseo homoerótico que se inscribe particularmente en la violencia de la violación que suele atribuirse al género masculino en el imaginario patriarcal. Por igual, el cuerpo “femenino” se borra, es un espacio de fuga en que la identidad propia se disuelve para dar espacio a que se construyan nuevas identidades, en este caso masculinas o cabría preguntarse si en efecto en esta circunstancia se podrían calificar de  masculinas, descontextualizadas de su habitual marco de referencia, para inscribirse en el discurso descolonial que Julia de Burgos propone en el poema. El recorrido por varias identidades masculinas provoca varios desplazamientos del género que descolonizan la unicidad de la construcción discursiva tradicional de éste según los roles patriarcales. De hecho, el desplazamiento no sólo ocurre en la identidad de género en cuanto al rol preestablecido sino también ante el deseo homoerótico desplazado en el propio cuerpo que se consigue a través del desdoblamiento de la voz poética. Este desplazamiento sin lugar a dudas cuestiona la integridad de las bases heteronormativas del imaginario social y en consecuencia las regulaciones que ha impuesto el estado-nación sobre la construcción identataria del género según roles prescritos.

             En “Nada” dicha ambivalencia conduce a los amantes a situarse en el espacio de la nada, nuevamente, en un espacio vacío: “Como la vida es nada en tu filosofía,/ brindemos por el cierto no ser de nuestros cuerpos./ “(20).  Ese no ser anula la inscripción del cuerpo en un espacio particular y lo transforma en uno liminal. Asimismo, el mar es ese lugar en que el fluir de las aguas se análoga con el fluir del género. En la poesía de Julia de Burgos para el Dr. Gelpí el mar es un espacio en que en los límites insulares se expanden: “Por otro lado, el mar es en éste[6], así como en otros textos de Julia de Burgos, el espacio de la amplitud; todo lo contrario de lo que plantea Pedreira en Insularismo.  (46) El mar por tanto es una puerta abierta que mantendrá conectada a la isla-cuerpo con la multiplicidad. Julia de Burgos establece un discurso ontológico cifrado en la integración con las aguas, este es el caso de su célebre poema: “Río Grande de Loíza”. En ese espacio ambivalente del río-hombre en que ésta se baña el cuerpo se inscribe en la androginia de ser no sólo el río hombre sino parte del “ontos femenino” de la misma poeta.  En el poema se comienza a describir el desarrollo del río-hombre desde la otread sin embargo se mueve luego hacia la fusión del ontos femenino con la esencia del río-hombre construyendo así una identidad andrógina. La voz poética comienza pidiéndole al río que se alargue en su espíritu, no obstante, más adelante nos dice: “¡Quién sabe en qué país mediterráneo algún fauno en la playa me estará poseyendo” (8). Este desplazamiento del género a su vez recala en el desplazamiento bio-geo-político de la identidad nacional, aspecto con el que se finaliza el poema. Por lo tanto, el género se convierte en ese espacio inestable que recorre la geografía insular que se inserta en zonas igualmente inestable en que la identidad nacional deja de ser un constructo monolítico sino uno de escape en que siempre se renueva.

Kattia Chico y el cuerpo proteico: de los discursos posmodernos a la transmodernidad
            En el caso de Kattia, el análisis sobre la desarticulación de la identidad nacional adquiere matices distintos a los que hemos visto en Julia de Burgos. Comencemos por trazar la transitoriedad de la poesía de la tierra por la poesía de los espacios urbanos en Efectos secundarios en que atisba la ruptura con la idealización utópica de la construcción del Puerto Rico moderno. En los poemas de Kattia vemos como no sólo los espacios urbanos son recurrentes sino que se violenta su figuración para crear espacios de fuga que no buscan articular una sociedad homogénea, por el contrario, son espacios de alienación, como es el caso del poema, “Porque fuimos felices en fresalandia” (15) en que el tono de desencanto se mezcla con la parodia al amor burgués:

Allí estamos de robo,
Encendidos los ojos o anegados;
Las bocas ocupadas con el opio de los besos,
Cursilerías enormes,
O proyecto imposibles que delatan
La desesperación del desahuciado. (15)

            Es indudable que el fracaso de proyecto moderno recala en la desarticulación igualmente de las dinámicas del amor burgués, la mención de los proyectos imposibles, centrados en las relaciones amorosas o de familia es una prueba de lo antes dicho.  Por igual, los lugares como el cuerpo especialmente el femenino adquieren una factura de prótesis que eclipsa o borra los espacios comunes del discurso nacional para inscribirlo en uno múltiple capaz de repensarse. En  “Efectos secundarios del olvido” (217) sucede algo similar, para el crítico Roberto Echevarría ocurre una dislocación entre discurso y cuerpo en que la figuración de un espacio autónomo que ocupa el corazón  avasalla el discurso de la voz poética. Su  finalidad se trascribe finalmente en que dicha escisión altera la ubicación  tradicional del discurso histórico-logocéntrico. Echevarría comenta lo antes dicho cuando señala que en el poema “Porque fuimos felices en fresalandia”  la multiplicidad de eventos que conforman la experiencia humana deshacen lo insidioso del discurso masculino a través de la indefinición de género de la voz poética. 

            En el caso de la construcción de la identidad nacional es importante señalar que Chico inscribe un discurso alejado de lo panfletario para proponer nuevas maneras de repensar la identidad nacional como propone en la “Búsqueda II” (54):

Quiero decirte algo muy triste, que tal vez ya sepas:
Que mientras tú padeces condición de extranjero
Yo sigo en mi milímetro, y te entiendo.
Esto es dos veces grave.
Te llamo desde el fondo de la Tierra
Porque la superficie me es ajena,
Porque no hay latitud que me acomode,
Ni patria que me instale…. (54)

            El poema concluye indicando que: “más vale  fantasear lo remoto/ que nostalgiar lo propio/ cuando se lleva adentro/ condición de extranjero.”  La voz poética se describe a sí misma fuera de la construcción nacional arquetípica y reemplaza la visión de una identidad colonial amenazada para proponer una individual que intenta insertarse en el macro-discurso  masculino nacional y universal. Este aspecto nos remite a prestar atención a cómo en la transmodernidad las identidades subalternas reclaman la integración y participación de los discursos excluyentes de la modernidad. En este sentido podríamos decir que el poema adquiere una factura descolonial que trasciende la subalternidad del discurso. Otro poema que nos remite a la idea descolonial es “Días de fraude” (60-61) cuya factura estética postmoderna culmina con un verso que trasciende el espíritu posmoderno para insertar el punto de vista subalterno y con ello resquebrajar el simulacro de la unicidad totalitario del discurso moderno:

En estos días de fraude
me pregunto
si una mujer se arranca el cuero cabelludo
podrá por fin mirarse el reflejo del mundo
nadándole en su cráneo transparente. (61)

            Estos versos nos recuerdan al planteamiento del Dr. Gelpí sobre la identidad trásfuga que se deslinda de la poiesis de Julia de Burgos en que el mar e imágenes alusivas al aire extienden el discurso insular para rebasar las fronteras de la colonia por medio del elemento líquido que, más que aislar a la isla, la extiende. En el corpus textual de este poema de Chico, la extensión de la metáfora marítima en la acción del nado se inserta en el cuerpo femenino para alcanzar el mismo propósito. En consecuencia, esta tendencia de plantear una identidad nacional trásfuga se inscribe desde el cuerpo como geografía que se vuelve prótesis de sí misma:

Soy una voz mezclada en ordenador,
mi cuerpo entero, prótesis,
aburrida, cansada, enferma de mí misma,
patíbulo fresita desmontable y cartón. (61)

El poema sugiere una articulación identataria cifrada en el cambio constante, idea que ciertamente apela al espíritu teleológico de la modernidad, no obstante, dicha idea ya se había planteado en la filosofía clásica griega por Heráclito, así que no es del todo una idea que debamos examinar a la luz unívoca de la modernidad. La subversión de género se completa al final del poema con un tono que nos remite a la geopolítica del cuerpo en que se cuestiona la estructuración política del género vis à visel espacio social: “si una mujer se arranca el cuero cabelludo/ podrá por fin mirarse el reflejo del mundo/ nadándole en su cráneo transparente./ (61)   El cráneo, el espacio en que se articula la realidad según el discurso logocéntrico kantiano se convierte en el espacio geográfico en que confluye la articulación política del mundo. Esto recala en la proposición de una política subjetiva mediada por el punto de vista subalterno. Asimismo en el mismo poema se articula la estrategia de anular el cuerpo no sólo implícitamente sino explícitamente. La desintegración del cuerpo se produce por medio de la desarticulación de éste hasta que se convierte en prótesis. Cabe destacar que el poema asume una no identidad desde el principio cuando la voz poética enuncia que hay días en que es un seudónimo de sí misma. Además, cabe mencionar que el proceso de borrar la identidad corpórea se completa cuando la voz poética indica que a veces es tan invisible que puede vivir.

            Por lo tanto, Chico propone repensar la modernidad y recomponer la identidad sin necesidad de defender la construcción cultural social que es cambiante. “Variación sobre Kafka” (33) es un buen ejemplo de lo antes dicho. En este poema el espíritu alienante de la estética modernista que desarrolla el discurso patriarcal establecido por Kafka recoge los horrores de la deshumanización del hombre. Sin embargo, por medio del deseo erótico se busca reconstruir la utopía, la intervención que media entre los géneros se evidencia con los siguientes versos en que la alegoría del insecto se transforma en la alegoría de su posible desplazamiento hacia nuevos rumbos en las rutas del deseo: “іOh pequeño Gregorio de mis ganas,/ si no te mueres antes de que vivas,/ ponte a volar un poco aquí en mi cama!/”(33). De esta manera, por medio de la intervención de la mirada subalterna, Chico subvierte el mito de la unicidad cultural de una identidad amenazada por el colonizador que el Estado-nación-colonial articula, nótese que la mención del pequeño Gregorio alude a una versión minúscula del personaje kafkiano, alegoría arquetípica que recala en cómo las naciones americanas son descritas tal cual, copias de las naciones colonizadoras. Por igual, su intención de cambio es clara desde el título. En consecuencia, su estética implica un tono paródico propio de los discursos posmodernos cuyas implicaciones, más bien se inscriben en la articulación de nuevos espacios de enunciación que reclaman una geografía cultural nueva, capaz de ser más inclusivos y tal vez más elusivos que al mismo tiempo rebasan la frontera de la posmodernidad para inscribirse en un discurso transmoderno descolonial.

La parodia  según Hutcheon la define en ambas recala en la parodia del género o su énfasis en exagerar su performatividad. En Kattia Chico específicamente el uso del humor negro desaurifica los elementos poéticos del poema, especialmente mediante el uso de metáforas inusuales que se refieren a objetos o circunstancias de la vida cotidiana o a través de la intertextualiadad cuando parodia por ejemplo: La metamorfosis de Kafka en “Variación sobre Kafka” (33) , a Ernesto Sábato como  sujeto histórico en Sábato en el mundo de las matemáticas (42), el tono trágico de las obras teatrales de William Shakespeare en “Abecedario para el olvido” (34), la construcción de la masculinidad heteronormativa en “Los Habladores” (31) entre otros. Julia de Burgos por su parte se vale de la parodia de su propio sujeto histórico por medio del desdoblamiento en “A Julia de Burgos” (1) y el desplazamiento por distintas identidades de género en “Pentacromía” (19).

El desplazamiento por la geografía del cuerpo como metáfora de la des(re)articulación del género, la identidad nacional y sus implicaciones con respecto al cuerpo-mercancía


            Como hemos visto la integración entre geografía y la estructuración social están intrínsecamente relacionadas y ambas repercuten en la manera en que se manifiestan las dinámicas de control sobre el cuerpo en la sociedad patriarcal. Sobre este particular Michel Foucault indica:

            I believe the great fantasy is the idea of a social body constituted by the universality of wills. Now the phenomenon of the social body is the effect not of a consensus but of the materiality of power operating on the very bodies of individuals. (55)

            Ante este hecho los discursos descoloniales de las poetas estudiadas responden insertando en la discusión un desplazamiento constante a través de la singularidad de la geografía del cuerpo en ese llamado cuerpo social. En la estructura textual en Julia de Burgos se constituye por medio de métrica irregular y en el de Chico por ejemplo en la creación de caligramas como es el caso del poema: “Pequeño ritual de soledad” (51). Amabas voces construyen espacios alienantes para reconstruir la realidad  por medio de un discurso seductor (Baudrillard) en que se manifiesta lo hiperreal por cuanto el cuerpo-mercancía  fluye como los signos que se construyen en la cultura o la cultura del mercado  (Jameson). En el caso de Julia de Burgos el poema “Víctima de luz” (148) establece un desplazamiento de la mirada subalterna a través del cuerpo del amado, el cual a su vez se presenta desmembrado ante el escrutinio de la mirada. El juego de la mirada especuladora para utilizar el término de Luce Irigaray, subvierte la dinámica descrita por Foucault en el sentido que la supuesta universalidad de la ideología moderna queda reemplazada por un continuo desplazamiento hacia el movimiento, incluso la mirada de la poeta sobre el cuerpo implica un movimiento por la geografía corporal del otro que culmina en su propio cuerpo. El poema culmina indicando el movimiento ascendente de la espiga y la pleamar extendida del ontos de la voz poética. Transcribo íntegro el poema para que puedan ver el flujo de la mirada desde el inicio:

Aquí estoy,
desenfrenada estrella, desatada,
buscando entre los hombres mi víctima de luz.

A ti he llegado.
Hay algo de universo en tu mirada,
algo de mar sin playa desembocando cauces infinitos,
algo de amanecida nostalgia entretenida en imitar palomas...

Mirarte es verme entera de luz
rodando en un azul sin barcos y sin puertos.

Es inútil la sombra en tus pupilas...
Algún soplo inocente debe haberse dormido en tus entrañas.

Eres, entre las frondas, mi víctima de luz.
Eso se llama amor, desde mis labios.

Tienes que olvidar sendas,
y disponerte a manejar el viento.

¡A mis brazos, iniciado de luz,
víctima mía!

Pareces una espiga debajo de mi alma,
y yo, pleamar tendida bajo tu corazón. (148)

            La ironía que propone se basa en presentar la desnudez del otro por medio de la mirada subalterna que trasmuta la esencia de ese otro y la propia. La víctima del discurso entonces se anula y ambos se disuelven. En el caso de Kattia Chico también encontramos el uso de la victimización, pero esta vez por medio de un discurso mucho más mordaz. Los poemas “Para pervertirte mejor” (27) y “Un hombre desnudo es un paisaje bienvenido” (25) parecen situarse como reescrituras de “Víctima de luz” o al menos se valen de la misma técnica en la cual la mirada subalterna se impone en un fluir constante que desarticula el discurso mismo.

 Para Beatriz preciado este énfasis en la mirada y en la especulación anatómica recalan en lo que ha denominado la mirada farmacopornográfica de esta etapa del capitalismo tardío. Chico establece cierto paralelismo entre el encuentro de los cuerpos por medio de la mirada especulativa o como diría Preciado farmacopornográfica. Es decir, la mirada subalterna se apropia de la mirada pornográfica del estado que busca hipercontrolar al cuerpo y con ello subvierte su efecto entre los juegos de poder que se producen entre los cuerpos. La relación entre la construcción identataria por medio de la industria farmacéutica es patente cuando nos dice: “Los hombres desnudos son medicinales,/ antidepresivos, analgésicos/ y buenos argumentos contra el suicidio./ (25) Chico entonces propone en el goce erótico renunciar a la construcción de la subjetividad por medio de los aparatos que controlan el mercado, en este caso las farmacéuticas con un reclamo muy parecido a los discursos de liberación sexual de los años sesenta.

Preciado discute la construcción de la subjetividad por medio la intervención de los fármacos, en el caso de Chico ésta parece adoptar un discurso contrario y propone (re)articular la subjetividad por medio del cuerpo del otro cuyo efecto se apropia del discurso mercantil de los fármacos que constituyen dicha subjetividad. Incluso en el poema antes citado: “Un hombre desnudo es un paisaje bienvenido” (25) desde el epígrafe, tomado del poeta ochentista Edgar Ramírez Mella, la parodia a las sociedades salubristas es evidente: “es la salud retomando mi cuerpo/ que al fin te olvida.” Chico en el poema se vale de la estética del blasón y podríamos decir del antiblasón para describir el cuerpo del amado desde una óptica trasmoderna en que no es idealizado sino más bien virtualizado por el fluir constante de descripciones metafóricas que se valen del humor para desmitificar la idea del amor burgués y el amante perfecto. De hecho, encuentra en el sexo y la presencia del amante la salud contrario a las campañas de terror que el Estado moderno impone sobre el sexo desde el siglo XIX con la criminalización de las prácticas masturbadoras hasta la reciente pandemia del VIH/SIDA:

Son dulces y angulosos, son archivos históricos,
alfabetos en célula, cisnes de cuello impune,
casas donde vivir,
criminales absueltos. (25)

El bio-poder se desarticula, al menos discursivamente, cabría trascender el discurso para alterar el dominio del imperio de los fármacos. Chico hábilmente se vale de los elementos que según Preciado constituyen los instrumentos para construir una identidad en la era farmacopornográfica por medio de la tecnología, los fármacos y el discurso científico, cuya mirada inquisitiva o su hiperexposición se vuelve pornográfica. En sus poemas por tanto se altera la unidireccionalidad de dicha dinámica para subvertirla. En esto se cumplen las palabras de Michel Foucault cuando indica que el poder contesta a la revolución sexual con un enfoque económico para controlar la estimulación sexual. Por lo tanto, promueve el uso de artículos sugestivos como el filme pornográfico y de esta manera se produce una nueva dinámica de control sobre el cuerpo. Chico en este caso adopta estas dinámicas para construir sus textos de manera tal que aún sean contestatarios. El fármaco que extiende su subjetividad se constituye por medio del otro desde un enfoque antropocéntrico, en este sentido la identidad unidireccional se acerca más a los planteamientos de Judith Butler cuando indica que: “el género propio no se “hace” en soledad. Siempre se está “haciendo” con o para otro, aunque el otro sea sólo imaginario.” (13). La dependencia adictiva del cuerpo masculino entonces recala en la construcción de la subjetividad con el otro.

Ambas poetas utilizan el espacio del cuerpo textual para articular la identidad de cuerpo en fuga y asimismo de un género nómada que deconstruye los imaginarios totalizadores de los discursos logocéntricos. Desde la alteridad subvierten la colonialidad de la visión homogenizadora en la construcción de la identidad nacional. De esta manera el punto de vista subalterno sublima tales prácticas patriarcales para crear un espacio bio-geo-político ambivalente en que nuestra realidad cultural se desarrolla que, ciertamente, cuestiona las prácticas de dominación del Estado sobre la articulación de los discursos identatarios sobre el territorio de la alteridad transcolonial. 


[1] Véase Preciado, Beatriz. Testo Yonki. Espasa Calpe: Madrid, 2007.

[2] To understand the differential selectivity, social structural location, and sociopolitical incorporation of migrants groups and t avoid the pitfalls of conceptually “homogenizing” the diverse migrant experiences, the transnational migration literature must transcend the nation-estate as the unit of analysis and take more seriously the colonial divide of the modern/colonial/capitalist world-system to define geographical boundaries (Quijano and Wellerstein 1992; Mignolo 2000).

[3] Siglas para denominar a los grupos activistas que representan a la comunidad gay en sus principales manifestaciones, (Lesbian, Gay, Bisexual, Transgender, Transexual).

[4] Véase Gelpí, Juan G. Literatura y paternalismo en Puerto Rico. Editorial de la Universidad de Puerto Rico: San
Juan, 2005.

[5] Gelpí explica que el sujeto nómada es aquél que se despliega en un medio sin horizonte, como el espacio liso, la estepa, el desierto o el mar (Deluze y Guattari, 385). […] Para el suejto nómada, “…todo punto es una etapa y sólo existe como tal” (Deluze y Guattari, 384). El migrante en cambio, “va fundamentalmente de una lado para otro, incluso si ese otro punto es dudoso, imprevisto o [está] mal localizado” (Deluze y Guattari, 385).

[6] Se refiere al poema “Letanía del mar” publicado póstumamente en la colección El mar y tú (1954).

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