LA POESÍA DE LA POESÍA: ESTOICISMO PROFANADO

por Alberto Martínez-Márquez
Departamento de Humanidades
Universidad de Puerto Rico en Aguadilla

Redactar un prólogo para el libro de un joven poeta es siempre
un desafío; casi como encontrarse en el laberinto frente al
minotauro. Se corre uno el riesgo de llegar a la adulación
extrema o balancear el comentario con un análisis demasiado
frío y objetivo. Por suerte, éste no es el primer libro que publica
Abdiel Echevarría Cabán (Aguada, Puerto Rico, 1986); quien,
ciertamente, ha dejado de ser un neófito en estas lides de la
palabra lírica para perfilarse como una de las voces emergentes
de la última poesía puertorriqueña. De manera que no hay
por qué hacer vaticinios de que la suya es una voz
“prometedora”; puesto que el constante trabajo de Echevarría
dentro de revistas y grupos literarios le han ganado un
merecedor sitial, junto a un otr@s novísim@s cultor@s de
nuestra poesía más reciente.

Su primer libro, Peregrino entre sombras, asombró a
muchos por su vena lorquiana y nerudiana. En mi caso
particular, me llamó poderosamente la atención su tendencia
hacia el hermetismo y su acento trascendentalista, donde
Francisco Matos Paoli, Félix Franco Oppenheimer y Francisco
Lluch Mora son las referencias obligadas. Claro, todavía en
algunos poemas de Peregrino entre sombras persiste cierto
preciosismo del lenguaje, por donde repta aún el fantasma del
Modernismo rubendariano, y donde el poeta no puede
desembarazarse completamente del intimismo romanticista
que caracteriza la poesía de Julia de Burgos (justamente
Echevarría Cabán la homenajea en uno de sus poemas). A pesar
de ello, Peregrino entre sombras es una ópera prima que seduce
por su imaginismo casi surrealista y la persistencia de un
lenguaje poético trabajado a un nivel artesanal.

En este nuevo poemario, titulado Estoicismo profanado,
Abdiel Echevarría Cabán se adentra en la poesía de la poesía.
El poeta lanza sus signos a la estratosfera conceptista: “Hay
amalgama intensa sin sentido,/ propio de la irracionalidad./
Foco donde sumergen sus miradas.” En esta última estrofa el
hablante lírico asume un sesgo creacionista, resaltando el aura
del lenguaje poético. Por otro lado, lo poético reside en la zona
de la no-razón; es el otro de la razón. Echevarría Cabán adopta
a partir de este momento un tono nietzscheano, que nos
recuerda la dialéctica entre lo apolíneo y lo dionisíaco.
Recurre Echevarría, además, al minimalismo en
muchos de los poemas que componen Estoicismo profanado.
Veamos dos ejemplos:

DARDOS
Lanzas que atraviesan
las fauces del olvido.

ÉXODOS
Se dirimían
entre las calles
sin fondo.

En ambos casos, se evoca la destrucción del cosmos y
la persistencia absoluta de la nada. El minimalismo persigue
la sugestividad, confronta al/la lector/a con una amalgama de
posibles significados. La ironía también está presente de forma
sutil en muchos de los poemas breves de Echevarría Cabán,
como en el que lleva por título EL SOLDADO DE AMADÍS DE GAULA:
Falleció en el recuerdo de su nombre
para repoblar la heroica hazaña
de escribir versos suicidas.

Adscribe el poeta una imagen de maldito al poeta, émulo del
simbolismo de corte baudeleriano:

Soy esencia malva de la tierra.
Soy poesía lacerada entre sus vástagos sumergidos.
Soy lagar empobrecido de poesía redimido.
(SOY)

El poeta es el habitante de la marginalidad, donde “todo
se ve lejano” y del cual emergen “trazos de su aliento” (OBSERVO
LA NADA). Es por esto que define lo poético como “palabra en
agonía” (MI ÍNTIMO POEMA).

Estoicismo profanado de Abdiel Echevarría Cabán es un
poemario muy logrado que acusa nuevas influencias y una
disciplina escritural más rigurosa que en la exhibida en Peregrino
entre sombras. Con un particular cariz lírico-filosófico tendente
al hermetismo, Estoicismo profanado manifiesta la riqueza
estilística de Echevarría Cabán y devela tout court una
experiencia poética que reconstruye la palabra desde las ruinas
de la alevosa nada.