Sobre el autor

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Puerto Rico (1986). Juris Doctor, Universidad de Puerto Rico. B.A. en Literatura Comparada, Universidad de Puerto Rico, Recinto Universitario de Mayagüez. Entre sus publicaciones destacan: Estoicismo profanado (2007), premiado por PEN Club de Puerto Rico y El imperio de los pájaros, (2011). Es columnista de la Revista Cruce y realiza estudios doctorales en Filosofía y letras en CEAPR. Se ha desempeñado como educador comunitario. Varias noches vagó por las calles de algún punto de la isla ofreciendo condones, jeriguillas limpias y pruebas de VIH.

Sobre mi poesía

“Echevarría Cabán reintroduce en el país una poesía indagatoria cuyo realismo imaginativo se encamina hacia una estética experiencial imaginística como posible paradigma de nuestra literatura más actual”

–Alberto Martínez Márquez


"Indudablemente, la poesía de Abdiel Echevarría es un reto a la normalidad de una conciencia tradicional"

–Rafael Colón Olivieri


martes, junio 12, 2012

El vuelo neofantástico de la poesía en El imperio de los pájaros



por: Ángela María Valentín, Ph.D.

“Ser poeta es ansiar,
pero sobre todo obtener
en la exacta medida en que se ansía.”
-Cortázar

            Buenos días a todos los presentes. Me complace mucho compartir esta mañana con todos ustedes y más si el motivo que nos reúne es celebrar la poesía.  Me honra de sobremanera la invitación que me hiciera la profesora Leticia Ruiz para presentar el más reciente trabajo poético de Abdiel Echevarría Cabán, El imperio de los pájaros (2011) bajo la editorial Versalia.

            Tan pronto recibí el libro me llamó la atención el título y el arte gráfico de la portada, que luego de leerlo, considero que conjugan perfectamente la propuesta temática que nos ofrece.  El torso desnudo en pose de vuelo/ clavado, rodeado de plumas y de lo que parecen ser nubes, nos remite a la idea del espacio abierto del firmamento, a las aves y a todo el caudal de significaciones que éstas portan, desde la libertad máxima hasta el encierro físico o psíquico.  El ser humano, equiparado al ave, oscila entre estas realidades mencionadas.  El título, El imperio de los pájaros , también porta múltiples acepciones y significaciones.  La voz “imperio” se podría relacionar estrechamente a las propuestas de las teorías de la subalternidad: el individuo minoritario que se enfrenta a las distintas esferas que ostentan el poder.  De ahí que se pueda intuir que Echevarría Cabán trabaja en sus poemas las problemáticas que acontecen en las relaciones desiguales que permean en nuestra sociedad, los márgenes que continuamente buscan las maneras de socavar y retar las construcciones ideológicas, sociales y culturales creadas por la hegemonía. 

            También, el título habla de “pájaros”.  Esto nos remite a la idea del vuelo, del “estar lejos de la tierra”; de alguna manera señala al recinto platónico de las ideas, a la utopía.  El vuelo de las aves habla de libertad y de conquista, de la fuerza y la lucha por la defensa de las propias convicciones.  No podríamos dejar de mencionar aquí al famoso Juan Salvador Gaviota y su planteamiento importantísimo sobre el respeto a la diferencia.  Sin embargo, el pájaro también nos remite a otras significaciones más dolorosas, ya que en el Caribe Hispano se relaciona a los epítetos en contra de la homosexualidad.  No podemos olvidar el cuento de Alexandra Pagán,  “El cisne”, en el cual la autora subvierte, trastoca el propósito humillante del epíteto y con él construye un arma de defensa.  Tampoco podría olvidar el trabajo de Larry La Fountain- Stokes, “Queer ducks, Puerto Rican Patos, and Jewish- American Feygelekh: Birds and the cultural representation of homosexuality,” en el que analiza la manera en que la cultura del Caribe representa la homosexualidad a través del uso de imágenes relacionadas a la fauna.

            Así que, tan pronto leemos el título del poemario y observamos el arte de la portada percibimos este cúmulo de significaciones antes mencionadas y podemos sospechar que Echevarría Cabán nos presentará a un sujeto poético que se enfrenta al imperio/ al poder, creado su propio imperio, el de los pájaros, el de la diferencia, el de las ideas, desde el cuerpo.

            Además del título, otra de las claves que utilicé para adentrarme al poemario, curiosamente no está dentro del texto, sin embargo es parte de Abdiel.  Cuando me dedicó el libro escribió: “Para Angela por la palabra compartida, con amor Abdiel”.  Creo que esta frase condensa lo que considero uno de los postulados más importantes de este poemario, la posibilidad de que dos seres completamente distintos, con orígenes, procedencias, antecedentes diferentes, puedan compartir el espacio de la Palabra o sea de la voz, y el poder que ésta tiene.  Con ella es posible crear un espacio de equidad, un puente que aúna a los seres humanos: ése es el imperio de los pájaros, un lugar donde se reinventa la historia, se rompe el donde el pájaro de trueno rompe con el silencio creado por la hegemonía (recordemos las ideas de Gayatri Spivak y Biruté Ciplijauskaité sobre el silencio de las minorías) y se habla desde los cuerpos.

            Para crear ese imperio Echevarría Cabán traza un mapa, un plan.  El poemario es su cartografía que, al igual que los puntos cardinales, se divide en cuatro secciones:  El retorno de los pájaros, Temporalidades de la eternidad, Entre la frontera y el cuerpo, y Ozono de la tierra. La primera parte del poemario, EL retorno de los pájaros, resulta fundamental para poder comprender la construcción de ese “otro imperio” que plantea la voz poética. En esta sección subtitulada, Mitos fundacionales, Echevarría Cabán se adentra en el uso de lo neofantástico poético, lo cual es importantísimo ya que son pocos los poetas que trabajan desde dicha perspectiva.  Como se verá, lo neofantástico constituye la base que sostiene el plan que propone el poeta en su texto.  Jaime Alazraki en su libro En busca del unicornio: los cuentos de Julio Cortázar. Elementos para una poética de lo neofantástico. (1983) define lo neofantástico como una ruptura, una transgresión que impone un orden nuevo que es revelado por el autor mediante el uso de la metáfora epistemológica.  Esta metáfora trasciende el plano tradicional, la lógica de la causalidad y se instala en el espacio de la ambigüedad y la indefinición. (35)  La fantasía es superada por lo neofantástico de modo que el lector es incapaz de experimentar el miedo que antes podría haberle causado el recurso fantástico.  De modo que lo que queda es el espacio de la transgresión, la ruptura con aquella convención aceptada como parte de lo “real”.  Lo neofantástico prescinde del miedo y permite que emerja “lo otro”, aquello que constituye una visión más amplia de la realidad. 

Esto que plantea Alazraki, toma lugar en la primera sección del poemario.  Resulta importante detenerse primordialmente en ésta pues es uno de los ejes centrales del texto, el cual sostiene la denuncia que plasma en el resto del texto.  En ella los poemas son densos, complejos.  Las metáforas son ambiguas, encarnan las múltiples posibilidades que propone la epistemología de lo fantástico nuevo.  El lector no comprende racionalmente, intuye las posibilidades de la Palabra.  A esta madeja metafórica le acompaña la riqueza del mito, lo fantástico.  Echevarría Cabán permite que “retornen los pájaros”, la mitología que la sociedad racional, canónica, logocéntrica dejó atrás con el triunfo de la cristiandad.  Se contrapone la razón a lo irracional, a la pasión: “ ¡Oh pasión dame el nombre inexacto de las cosas! Desnuda la inteligencia varada en llano surco donde el grano se arruina.  Entra dentro, profundo, explora todo lo inexacto, ¡la única verdad que se hunde en los párpados! ¡Dame oh pasión el nombre inexacto de las cosas!” (“Temporalidades de la eternidad”).  

Hay una exaltación de lo dionisíaco(tal y como señala Nietzsche sobre la poesía) encarnado en el mito, otra manera de conocer, aprehender la realidad y su riqueza que ha sido olvidada, devaluada en algunos casos, al querer proponer lo empírico y la razón, lo aristotélico, como únicos elementos de juicio y validez para sopesar lo “real”.  Así lo establece claramente en “El retorno de los pájaros”, poema con el que cierra la sección primera: “Los pájaros vuelven con millas de vuelo en las alas. / La sombra de los miedos cayó muerta/ sobre la tumba de los patriarcas. / Un jardín de magia blanca resucita/ En sus garras el límite de todos sus mitos, / el tronco de un nuevo siglo se aguanta/ y un pergamino es salvado de la ceniza.” (22)  En ese “pergamino salvado de la ceniza” Echevarría retoma una multiplicidad de figuras mitológicas provenientes de distintas culturas, deidades, brujas, guerrer@s: Oshún, Marya Morevna, Baba Yaga, Wakinyan, Inriri, Son Jara, Koschay, Vishnú, Kukulkán/ Quetzalcóatl, el Ave Benu, entre otros.  Con esta amalgama híbrida de tradiciones y creencias, construye un nuevo episteme de carácter inclusivo que subvierte los postulados sociales y culturales, muchas veces excluyentes, propuestos por la hegemonía, entre ellos y primordialmente, como se ve luego en las demás secciones, los relacionados al planteamiento de la identidad y el género.  De ahí que estos poemas de la primera sección cumplan con la función transgresora propuesta por Rosemary Jackson en su libro Fantasy. The Literature of Subversion (1981).  

Así lo establece María Jesús Orozco: “Rosemary Jackson se ha referido[…] a la función subversiva que implica dicha modalidad literaria, puesto que evidencia una ruptura respecto a los valores dominantes y permite plasmar lo silenciado, lo invisible, lo ausente[…]” (911)  Para transgredir, la voz poética abre el poemario convertida en Wakinyan, el pájaro del trueno, el cual para los Lakota, también significa “la gente que vuela”.  Según estas tribus, Wakinyan fue creado por Inyan, la primera de las deidades supremas que existieron, para que fuese su compañero.  Su función era limpiar al mundo de la podredumbre y combatir a los monstruos.  La voz poética, transformada en Wakinyan, limpia la sociedad a través de la denuncia de su podredumbre, la invalidez de sus soportes sociales y culturales: “quebrant[a los] espíritus de sombra en medio de la tormenta”.  Ese pájaro de trueno se metamorfosea en “renovada criatura de asfalto” que retoma sus alas en la Quinta Avenida, y también en Inriri, el pájaro carpintero de la mitología taína, aquél que le taladra el sexo a los seres andróginos brindados por los dioses para convertirlos en mujeres para los taínos.  La voz poética denuncia la angustia que le acomete, “en la angustia de otro cuerpo recrudezco el terremoto. Un imperio llevo escrito, exilio en la frontera de mi tierra.

[…] Sólo en la soledad de esta montaña ámbar tallo Inriri la forma de mi sexo.”  Aparece la denuncia de las sombras, causantes de su exilio, y su reafirmación personal desde la autodefinición que se apoya en el cuerpo.  Esa voz, crea su cuerpo, lo renueva, talla su sexo, su identidad, es “nueva erupción del Caribe”, y en su lucha por establecer “el enigma de su cuerpo”, el pájaro de trueno renueva el combarte y deshace las sombras con su luz, con “el impacto de su trueno”.  Resulta interesante cómo este poema subvierte los simbolismos de la luz y las sombras.  La luz nos remite a la claridad del sol, de la razón, a lo apolíneo, a las ideas propuestas por Platón en el mito de las cavernas..  Sin embargo, en este poema la luz la produce el trueno, el pájaro que propone  el “encauce de milenios perdidos”, que propone un nuevo modo de vivir, una “reforma de los pasos”, mientras que las sombras representan todo el conocimiento anquilosado, estático, del logocentrismo y del capitalismo, representado en el poema por la Quinta Avenida, a la cual le “tiemblan las rodillas” cuando la voz poética “retoma sus alas”.  En este poema se evidencia el carácter reaccionario de los elementos neofantásticos, los cuales interpretan la realidad bajo unos parámetros inaccesibles para el positivismo.  Proponen una nueva realidad en la que el ser humano no está definido por lo que señalan los que están en el poder: “Hoy renazco metamorfoseado en Quetzalcóatl,/ remuevo los cimientos de las pirámides/ tan estéticamente asentadas en sus sillas de plomo./ Vuelvo a embestir el vuelo con furia y trueno./ Un código inenarrable denudo del vientre./ Una línea fronteriza deshago en las sombras de la selva.[…] El silencio siempre sombra bajo mi vuelo,/ yo hago sonar la voz divina con el viento de mis alas.” (“Serpiente emplumada”)  Lo neofantástico en estos poemas se convierte en un código de denuncia que permite a la voz poética plantear una alternativa auto definitoria, una reinvención de la realidad, tal y como señala en “El retorno de Metis”: “Madre, rambla de equinoccios, reinventa los orígenes”.  También señala cómo la hegemonía pretende silenciar, mantener en el “exilio”, en la frontera, en el silencio a la diferencia.  De ahí que el imperio de los pájaros sea una completa subversión de los postulados propuestos por el poder para concebir la realidad, especialmente la identidad personal.

La primera sección del poemario es la base que sostiene y valida, al postular una nueva realidad, las Temporalidades de la Eternidad.  En esta sección la voz poética amplía su denuncia a través del oxímoron y establece la relación estrecha entre lo físico y lo metafísico (por eso se subtitula Manifiestos del espíritu).  Hay una aproximación al cuerpo y una denuncia intensa a todas las tradiciones que han pretendido esclavizarlo: “Quisiste comprarme/ como una parcela con el poder de un obispo,/ construirme el cerco de los siglos en la entrepierna…”(“Dios entre mis piernas”).  Se celebra gozosamente la corporeidad, el encuentro íntimo de los cuerpos y se eleva al plano místico: “Venimos del cuerpo, no hay por qué negarlo/ y no hay nada mejor que el silencio de dos cuerpos en contacto./ ¡No hay mejor plegaria! ¡No hay mejor profecía!/ -¡Dormir en el regazo de un hombre, es soñar/ el sueño de Dios en su propia carne!-“ (“Plegaria”)  Por otro lado, esta sección entabla una conversación con el canon en la cual propone desmitificarlo a través de la desvalorización de la razón y la exaltación de la pasión: “Me tatuaste, San Juan, un lenguaje descolorido/ que se fue comiendo las palabras,/ y la fe se volvió una oscura rosa en llamas,/ la pasión, doblez del golpe en la carne,/ la razón, aullido desolado de la noche.” (“El manifiesto del fiel infiel”)

            Luego, la tercera parte del poemario, Entre la frontera y el cuerpo (El imperio en llamas) trabaja adentrándose en el señalamiento ontológico de la intrínseca soledad del ser humano.  De ahí que comience con el poema “Virgen trasvestida” el cual trabaja la temática del género, sin embargo recalca la infinita soledad del ser humano que puede ser poseído por una infinidad de amantes que, irónicamente, “nunca podrán poseerle”, poseer su espíritu.  Esta sección habla de soledad, de heridas, simbolizadas en la garza blanca que se repite en varios poemas.  Reescribe a Julia de Burgos, a Nemir Matos, a César Vallejo, a Pablo Neruda.  Con su reescritura establece una lucha contra la sociedad y su “moral burguesa” que pretende definir al onthos sólo por lo físico: “No seré como los hombres quieren que yo sea.” (“Colonias de sus vientres”), “Sucede que me canso de ser hombre, de ser mujer y de ser homosexual. Soy de todos el más cansado.[…] Sucede que no soy ni niño ni niña ni maricón ni hombre ni mujer ni nada que sus lenguas puedan describir. Y me cansa ser un signo de pregunta ambulante…” (“El dragón despierta”)  La voz poética reescribe y por eso el imperio está en llamas, porque esa voz reconstruye la realidad a su manera, en sus términos, lo que lleva a la predicción de la muerte del patriarcado.  Así lo expresa en “La tumba de los patriarcas”: “Llevo la tumba de los patriarcas tatuada en los ojos.[…] Una genealogía de nuevos vástagos germina en los pueblos de un siglo sin historia. -¡No habrá nuevamente una religión de esclavos!- Los patriarcas huyen de sus casas, nuevas semillas nacen de la vaina, deshacen los hongos acumulados con el tiempo.” (47)  El poeta insiste en la incapacidad de definir al ser humano.  En ese carácter escurridizo radica su identidad: “Y supe que los hombres somos inaprensibles que volamos sin rumbo y sin puerto fijo.” (“El rastro”)

            Con estas ideas, abre la cuarta sección del poemario, Ozono de la tierra. En esta parte, los poemas pasan de la temática de género que permeó en la sección anterior y se enfocan más en la denuncia social e histórica: los crímenes cometidos en “nombre de la Verdad” y la sangre derramada que se convierte en el “ozono de la tierra”.  Ante estos señalamientos, la voz poética se cuestiona la razón/ justificación de la poesía/ canto, a lo que responde aludiendo a la responsabilidad social del arte y la importancia de la voz, la lucha contra el silencio marginador. Así lo vemos en “La carga de un siglo”: “A la luz de este suelo sin fronteras/ me pregunto: ¿para qué sirve tanto canto?/ y la mirada hambrienta de la noche me revela:/ “Quizás para no morirnos también de silencio.”

            En fin, en la poesía de Abdiel Echevarría Cabán vemos cómo el elemento fantástico, ejemplificado en el mito, evoluciona mediante su uso complejo y ambiguo a través de la metáfora epistemológica, lo cual deviene en la conceptualización neofantástica de sus poemas de la primera sección.  Éstos, a su vez, sirven como base y fundamento para la denuncia de las esferas de poder opresivas y marginadoras, y para el planteamiento de la temática de género.  Sin más, sólo me queda invitarlos a la lectura de este maravilloso poemario y esperar que puedan disfrutar al remontar el vuelo junto con la poesía de El imperio de los pájaros. Muchas gracias.

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