Sobre el autor

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Puerto Rico (1986). Juris Doctor, Universidad de Puerto Rico. B.A. en Literatura Comparada, Universidad de Puerto Rico, Recinto Universitario de Mayagüez. Entre sus publicaciones destacan: Estoicismo profanado (2007), premiado por PEN Club de Puerto Rico y El imperio de los pájaros, (2011). Es columnista de la Revista Cruce y realiza estudios doctorales en Filosofía y letras en CEAPR. Se ha desempeñado como educador comunitario. Varias noches vagó por las calles de algún punto de la isla ofreciendo condones, jeriguillas limpias y pruebas de VIH.

Sobre mi poesía

“Echevarría Cabán reintroduce en el país una poesía indagatoria cuyo realismo imaginativo se encamina hacia una estética experiencial imaginística como posible paradigma de nuestra literatura más actual”

–Alberto Martínez Márquez


"Indudablemente, la poesía de Abdiel Echevarría es un reto a la normalidad de una conciencia tradicional"

–Rafael Colón Olivieri


domingo, febrero 25, 2007

Humo de lirio

“La poesía inventará un nuevo sujeto: el poeta-filósofo.”
-Darío de Dies


Entre el humo, la niebla y la sombra podemos desdibujar o descubrir la silueta, depende del gusto de quien observe. Tal es el caso en “Estación de lirio” de Edgar Ramírez Mella, poeta de la generación del ochenta quien surge del silencio y nos sorprende con la publicación de este poemario (Isla Negra Editores, 2006). Su tendencia a pronunciar y simplemente pronunciar -como el quejido del moribundo- un sonido inteligible cuyo significado ahonda liviano y a la misma vez tan pesado, convierte a este libro en un espacio donde la indefinición es la aproximación más certera para describir el sujeto concreto. Ramírez Mella nos inmerge entre lo sugerido y lo explícito, con un amago de burla lo sugerido revela mucho más que lo explícito. Sus silencios hablan, sus enunciaciones oníricas reclaman un espacio que parecía perdido: El espacio del absurdo como crítica social. Ciertamente su tendencia surrealista es evidente, pero sus versos, jamaquean al lector cuando se adentra en el principio de la ambigüedad que es el rostro del absurdo. El efecto, lo haya buscado o no el autor es similar al que buscaba Beckett con su teatro del absurdo. Podríamos decir que lo logra desde la no correspondencia que existe entre las metáforas y los mundos, sujetos y espacios descritos, sin embargo, eso estaría muy lejos de describir la trascendencia de esta poesía.

Mella quiebra las fronteras del sujeto concreto y definido para dejarlo desnudo y gozarlo hasta que del goce y la profanación del deseo surja la niebla de la duda que no es más que la certeza de lo que siempre ha sabido. Esta relación de opuestos es la que nos produce el efecto catártico en el poema. Como resultado luego de eliminar los vertiginosos caminos de la superficie encontramos a un hombre desdoblado en una imagen que no es el otro sino la silueta. Su expresión nos acerca a los bordes que definen sus adentros. En esta exploración Mella recrea los discursos políticos que definiera la promoción literaria del setenta en la isla, precisamente en “Máquina Emotiva”, la primera parte del poemario. No obstante, Mella desmota este discurso para reafirmar su validez en “Estación de lirio.”

Construir desde el opuesto para Mella es permitir la creación de un espacio medio en el cual el otro puede definirse. Esto ocurre en la estructuración del discurso, en ese sentido el libro se convierte en la metáfora de la silueta. Sin embargo, la silueta no está vacía, el contenido entonces se torna en el otro. Notamos que la construcción de opuestos manifiesta no la limitación o la amplitud del alcance del lenguaje, trasciende esta barrera para crear un espacio indefinido dónde el discurso del falologocentrismo occidental pierde su poder. Esta nueva clave poética, que trasciende el feminismo, el marxismo, los estudios queer y los discursos étnicos, ve al sujeto desde la mirada del deseo y sus manifestaciones posibles. El poeta reconoce lo que es el ser desde distintas manifestaciones y expresiones fenomenológicas. Por lo tanto, escoge la sexualidad y el deseo, ya que, éstos han sido los vehículos de los que se valen aún los discursos patriarcales-religiosos para fundamentar las bases de su moral y el conocimiento. Es lógico que un discurso contrario surja precisamente de esta fuente primaria. Mella logra liberar el discurso mucho más allá de las condiciones de género en muchos poemas y nos coloca a todos en igualdad de condiciones cuando nos enfrentamos al deseo. Con ello crea un nuevo sujeto, no a modo del superhombre nietzscheano sino como el hombre que se reconoce múltiple en la inmensidad.

Su recurso es representar ambiguamente las fracturas del deseo sexual, que evocando al Marqués de Sade no resultarían tan ambiguas. Mas creo que Mella supera esta línea de pensamiento que ciertamente le sirve de pretexto para producir la ruptura de los prejuicios sociales. Como resultado propone un nuevo discurso que lo libera y tal vez lo acerca a la santidad ansiada. Ese deseo viene acompañado un aire de misterio místico que desarrolla un contra discurso a la percepción tradicional de la santidad. Asimila la descripción erótica de San Juan de la Cruz, pero a diferencia de éste la mística se alcanza en el espacio de la sexualidad física y no la figurada. La sexualidad entonces se reconoce tal cual es. Por igual, el deseo ambos convergen y se expresan sin inhibiciones. Libre y diluido entre la niebla se muestra mucho más luminoso, pero no por ello menos agobiado. En ese sentido cuando está apunto de alcanzar una vía iluminativa confronta la pregunta metafísica shakesperiana ¿ser o no ser? Para quien lo ve no queda duda de que es un golfo anclado en la estación del delirio. Pero es ese delirio necesariamente un estado de desequilibrio. Cabría cuestionarse mucho más allá: no es delirante pensar que existe el equilibrio en el sujeto y que sus manifestaciones, exploradas a través del deseo varían para garantizar su pervivencia. Para el poeta parece ser que el desequilibrio se vuelve capaz de mantenernos a flote. Esta respuesta afirmativa sin duda desestabiliza nuestro sistema de pensamiento desde su raíz. Por lo cual, Mella logra resquebrajar ese discurso patriarcal falologocentrista y reconoce que no puede llegar a ser santo si obvia la realidad de su esencia. En ese sentido éste es el poemario que trasgrede “Canto de la locura” de Matos Paoli. Son poemarios casi análogos que como la filosofía y el mito sólo tienen el punto de origen en común, en este caso: la locura o el delirio.

Lógicamente es necesario preguntar ¿para qué? Qué propósito envuelve indefinir para definir. La respuesta puede ser la no respuesta a la pregunta, pero el último poema del libro tal vez pueda aclararnos el enigma. “Invitación al bosque” es una entrada a un nuevo estado, que parece ser más natural. Aspecto que me recuerda a Rousseau y su filosofía de lo natural, según él, el hombre pensante debe reconocerse en la naturaleza o en su estado primigenio, y, no cabe duda que para Mella lo natural o primigenio es múltiple y está indefinido por sus leyes. Lo más irónico es que se invite al final del libro y no antes, ello representa la muerte de los valores previos, no obstante, como Descartes construye su nuevo edificio desde las ruinas de su predecesor, por ende, la voz precisa: “tu voz traspasada por un viento/ después del torbellino tumultuoso de los átomos,/ transformándose;/” Es capaz de dispersar las nociones previas, por ello, la resonancia de su voz resulta “leve, rara, íntima y perfumada de inmensidad,” no obstante, sumamente auténtica. Libre en ese espacio gris convoca todas las expresiones posibles del ser. En ese sentido logra una definición más clara y a fin con el sujeto concreto o más bien lo renueva descubriendo su verdadera esencia -su estado natural múltiple-, precisamente cubriéndole de misterio, de niebla. De esta forma dejando entre ver la silueta podemos entender la compleja naturaleza del ser que en la ambigüedad se muestra mucho más autentico.

2 comentarios:

Ana María Fuster Lavin dijo...

Extraordinario trabajo y me quito la boina....

Abdiel Echevarría Cabán dijo...

Con gusto escribí esta reseña, Estación de lirio es un poemario impresionante y falta mucho por decir...