por: Ángela
María Valentín, Ph.D.
“Ser poeta es ansiar,
pero sobre todo obtener
en la exacta medida en que se ansía.”
-Cortázar
Buenos
días a todos los presentes. Me complace mucho compartir esta mañana con todos
ustedes y más si el motivo que nos reúne es celebrar la poesía. Me honra de sobremanera la invitación que me
hiciera la profesora Leticia Ruiz para presentar el más reciente trabajo
poético de Abdiel Echevarría Cabán, El imperio de los pájaros (2011)
bajo la editorial Versalia.
Tan pronto recibí el
libro me llamó la atención el título y el arte gráfico de la portada, que luego
de leerlo, considero que conjugan perfectamente la propuesta temática que nos
ofrece. El torso desnudo en pose de
vuelo/ clavado, rodeado de plumas y de lo que parecen ser nubes, nos remite a
la idea del espacio abierto del firmamento, a las aves y a todo el caudal de
significaciones que éstas portan, desde la libertad máxima hasta el encierro
físico o psíquico. El ser humano,
equiparado al ave, oscila entre estas realidades mencionadas. El título, El imperio de los pájaros ,
también porta múltiples acepciones y significaciones. La voz “imperio” se podría relacionar
estrechamente a las propuestas de las teorías de la subalternidad: el individuo
minoritario que se enfrenta a las distintas esferas que ostentan el poder. De ahí que se pueda intuir que Echevarría
Cabán trabaja en sus poemas las problemáticas que acontecen en las relaciones
desiguales que permean en nuestra sociedad, los márgenes que continuamente
buscan las maneras de socavar y retar las construcciones ideológicas, sociales
y culturales creadas por la hegemonía.
También, el título
habla de “pájaros”. Esto nos remite a la
idea del vuelo, del “estar lejos de la tierra”; de alguna manera señala al
recinto platónico de las ideas, a la utopía.
El vuelo de las aves habla de libertad y de conquista, de la fuerza y la
lucha por la defensa de las propias convicciones. No podríamos dejar de mencionar aquí al
famoso Juan Salvador Gaviota y su planteamiento importantísimo sobre el respeto
a la diferencia. Sin embargo, el pájaro
también nos remite a otras significaciones más dolorosas, ya que en el Caribe
Hispano se relaciona a los epítetos en contra de la homosexualidad. No podemos olvidar el cuento de Alexandra
Pagán, “El cisne”, en el cual la autora
subvierte, trastoca el propósito humillante del epíteto y con él construye un
arma de defensa. Tampoco podría olvidar
el trabajo de Larry La Fountain- Stokes, “Queer ducks, Puerto Rican Patos, and
Jewish- American Feygelekh: Birds and the cultural representation of homosexuality,”
en el que analiza la manera en que la cultura del Caribe representa la
homosexualidad a través del uso de imágenes relacionadas a la fauna.
Así que, tan pronto
leemos el título del poemario y observamos el arte de la portada percibimos
este cúmulo de significaciones antes mencionadas y podemos sospechar que Echevarría
Cabán nos presentará a un sujeto poético que se enfrenta al imperio/ al poder,
creado su propio imperio, el de los pájaros, el de la diferencia, el de las
ideas, desde el cuerpo.
Además del título, otra
de las claves que utilicé para adentrarme al poemario, curiosamente no está
dentro del texto, sin embargo es parte de Abdiel. Cuando me dedicó el libro escribió: “Para
Angela por la palabra compartida, con amor Abdiel”. Creo que esta frase condensa lo que considero
uno de los postulados más importantes de este poemario, la posibilidad de que
dos seres completamente distintos, con orígenes, procedencias, antecedentes
diferentes, puedan compartir el espacio de la Palabra o sea de la voz, y el
poder que ésta tiene. Con ella es
posible crear un espacio de equidad, un puente que aúna a los seres humanos:
ése es el imperio de los pájaros, un lugar donde se reinventa la historia, se
rompe el donde el pájaro de trueno rompe con el silencio creado por la
hegemonía (recordemos las ideas de Gayatri Spivak y Biruté Ciplijauskaité sobre
el silencio de las minorías) y se habla desde los cuerpos.
Para crear ese imperio
Echevarría Cabán traza un mapa, un plan.
El poemario es su cartografía que, al igual que los puntos cardinales,
se divide en cuatro secciones: El
retorno de los pájaros, Temporalidades de la eternidad, Entre la frontera y el
cuerpo, y Ozono de la tierra. La primera parte del poemario, EL retorno de los
pájaros, resulta fundamental para poder comprender la construcción de ese “otro
imperio” que plantea la voz poética. En esta sección subtitulada, Mitos
fundacionales, Echevarría Cabán se adentra en el uso de lo neofantástico
poético, lo cual es importantísimo ya que son pocos los poetas que trabajan
desde dicha perspectiva. Como se verá,
lo neofantástico constituye la base que sostiene el plan que propone el poeta
en su texto. Jaime Alazraki en su libro En
busca del unicornio: los cuentos de Julio Cortázar. Elementos para una poética
de lo neofantástico. (1983) define lo neofantástico como una ruptura, una
transgresión que impone un orden nuevo que es revelado por el autor mediante el
uso de la metáfora epistemológica. Esta
metáfora trasciende el plano tradicional, la lógica de la causalidad y se
instala en el espacio de la ambigüedad y la indefinición. (35) La fantasía es superada por lo neofantástico
de modo que el lector es incapaz de experimentar el miedo que antes podría
haberle causado el recurso fantástico.
De modo que lo que queda es el espacio de la transgresión, la ruptura
con aquella convención aceptada como parte de lo “real”. Lo neofantástico prescinde del miedo y
permite que emerja “lo otro”, aquello que constituye una visión más amplia de
la realidad.
Esto que plantea Alazraki, toma lugar en la primera sección del
poemario. Resulta importante detenerse
primordialmente en ésta pues es uno de los ejes centrales del texto, el cual
sostiene la denuncia que plasma en el resto del texto. En ella los poemas son densos,
complejos. Las metáforas son ambiguas,
encarnan las múltiples posibilidades que propone la epistemología de lo
fantástico nuevo. El lector no comprende
racionalmente, intuye las posibilidades de la Palabra. A esta madeja metafórica le acompaña la
riqueza del mito, lo fantástico.
Echevarría Cabán permite que “retornen los pájaros”, la mitología que la
sociedad racional, canónica, logocéntrica dejó atrás con el triunfo de la
cristiandad. Se contrapone la razón a lo
irracional, a la pasión: “ ¡Oh pasión dame el nombre inexacto de las cosas!
Desnuda la inteligencia varada en llano surco donde el grano se arruina. Entra dentro, profundo, explora todo lo
inexacto, ¡la única verdad que se hunde en los párpados! ¡Dame oh pasión el
nombre inexacto de las cosas!” (“Temporalidades de la eternidad”).
Hay una exaltación de lo dionisíaco(tal y
como señala Nietzsche sobre la poesía) encarnado en el mito, otra manera de
conocer, aprehender la realidad y su riqueza que ha sido olvidada, devaluada en
algunos casos, al querer proponer lo empírico y la razón, lo aristotélico, como
únicos elementos de juicio y validez para sopesar lo “real”. Así lo establece claramente en “El retorno de
los pájaros”, poema con el que cierra la sección primera: “Los pájaros vuelven
con millas de vuelo en las alas. / La sombra de los miedos cayó muerta/ sobre
la tumba de los patriarcas. / Un jardín de magia blanca resucita/ En sus garras
el límite de todos sus mitos, / el tronco de un nuevo siglo se aguanta/ y un
pergamino es salvado de la ceniza.” (22)
En ese “pergamino salvado de la ceniza” Echevarría retoma una
multiplicidad de figuras mitológicas provenientes de distintas culturas,
deidades, brujas, guerrer@s: Oshún, Marya Morevna, Baba Yaga, Wakinyan, Inriri,
Son Jara, Koschay, Vishnú, Kukulkán/ Quetzalcóatl, el Ave Benu, entre otros. Con esta amalgama híbrida de tradiciones y
creencias, construye un nuevo episteme
de carácter inclusivo que subvierte los postulados sociales y culturales,
muchas veces excluyentes, propuestos por la hegemonía, entre ellos y
primordialmente, como se ve luego en las demás secciones, los relacionados al
planteamiento de la identidad y el género.
De ahí que estos poemas de la primera sección cumplan con la función
transgresora propuesta por Rosemary Jackson en su libro Fantasy. The
Literature of Subversion (1981).
Así
lo establece María Jesús Orozco: “Rosemary Jackson se ha referido[…] a la
función subversiva que implica dicha modalidad literaria, puesto que evidencia
una ruptura respecto a los valores dominantes y permite plasmar lo silenciado,
lo invisible, lo ausente[…]” (911) Para
transgredir, la voz poética abre el poemario convertida en Wakinyan, el pájaro
del trueno, el cual para los Lakota, también significa “la gente que
vuela”. Según estas tribus, Wakinyan fue
creado por Inyan, la primera de las deidades supremas que existieron, para que
fuese su compañero. Su función era
limpiar al mundo de la podredumbre y combatir a los monstruos. La voz poética, transformada en Wakinyan,
limpia la sociedad a través de la denuncia de su podredumbre, la invalidez de
sus soportes sociales y culturales: “quebrant[a los] espíritus de sombra en
medio de la tormenta”. Ese pájaro de
trueno se metamorfosea en “renovada criatura de asfalto” que retoma sus alas en
la Quinta Avenida, y también en Inriri, el pájaro carpintero de la mitología
taína, aquél que le taladra el sexo a los seres andróginos brindados por los
dioses para convertirlos en mujeres para los taínos. La voz poética denuncia la angustia que le
acomete, “en la angustia de otro cuerpo recrudezco el terremoto. Un imperio
llevo escrito, exilio en la frontera de mi tierra.
[…] Sólo en la soledad de
esta montaña ámbar tallo Inriri la forma de mi sexo.” Aparece la denuncia de las sombras, causantes
de su exilio, y su reafirmación personal desde la autodefinición que se apoya
en el cuerpo. Esa voz, crea su cuerpo,
lo renueva, talla su sexo, su identidad, es “nueva erupción del Caribe”, y en
su lucha por establecer “el enigma de su cuerpo”, el pájaro de trueno renueva
el combarte y deshace las sombras con su luz, con “el impacto de su
trueno”. Resulta interesante cómo este
poema subvierte los simbolismos de la luz y las sombras. La luz nos remite a la claridad del sol, de la
razón, a lo apolíneo, a las ideas propuestas por Platón en el mito de las
cavernas.. Sin embargo, en este poema la
luz la produce el trueno, el pájaro que propone
el “encauce de milenios perdidos”, que propone un nuevo modo de vivir,
una “reforma de los pasos”, mientras que las sombras representan todo el conocimiento
anquilosado, estático, del logocentrismo y del capitalismo, representado en el
poema por la Quinta Avenida, a la cual le “tiemblan las rodillas” cuando la voz
poética “retoma sus alas”. En este poema
se evidencia el carácter reaccionario de los elementos neofantásticos, los
cuales interpretan la realidad bajo unos parámetros inaccesibles para el
positivismo. Proponen una nueva realidad
en la que el ser humano no está definido por lo que señalan los que están en el
poder: “Hoy renazco metamorfoseado en Quetzalcóatl,/ remuevo los cimientos de
las pirámides/ tan estéticamente asentadas en sus sillas de plomo./ Vuelvo a
embestir el vuelo con furia y trueno./ Un código inenarrable denudo del
vientre./ Una línea fronteriza deshago en las sombras de la selva.[…] El
silencio siempre sombra bajo mi vuelo,/ yo hago sonar la voz divina con el
viento de mis alas.” (“Serpiente emplumada”)
Lo neofantástico en estos poemas se convierte en un código de denuncia
que permite a la voz poética plantear una alternativa auto definitoria, una
reinvención de la realidad, tal y como señala en “El retorno de Metis”: “Madre,
rambla de equinoccios, reinventa los orígenes”.
También señala cómo la hegemonía pretende silenciar, mantener en el
“exilio”, en la frontera, en el silencio a la diferencia. De ahí que el imperio de los pájaros sea una
completa subversión de los postulados propuestos por el poder para concebir la
realidad, especialmente la identidad personal.
La primera sección del poemario es la base que sostiene y valida, al
postular una nueva realidad, las Temporalidades de la Eternidad. En esta sección la voz poética amplía su
denuncia a través del oxímoron y establece la relación estrecha entre lo físico
y lo metafísico (por eso se subtitula Manifiestos del espíritu). Hay una aproximación al cuerpo y una denuncia
intensa a todas las tradiciones que han pretendido esclavizarlo: “Quisiste
comprarme/ como una parcela con el poder de un obispo,/ construirme el cerco de
los siglos en la entrepierna…”(“Dios entre mis piernas”). Se celebra gozosamente la corporeidad, el
encuentro íntimo de los cuerpos y se eleva al plano místico: “Venimos del
cuerpo, no hay por qué negarlo/ y no hay nada mejor que el silencio de dos
cuerpos en contacto./ ¡No hay mejor plegaria! ¡No hay mejor profecía!/ -¡Dormir
en el regazo de un hombre, es soñar/ el sueño de Dios en su propia carne!-“
(“Plegaria”) Por otro lado, esta sección
entabla una conversación con el canon en la cual propone desmitificarlo a
través de la desvalorización de la razón y la exaltación de la pasión: “Me
tatuaste, San Juan, un lenguaje descolorido/ que se fue comiendo las palabras,/
y la fe se volvió una oscura rosa en llamas,/ la pasión, doblez del golpe en la
carne,/ la razón, aullido desolado de la noche.” (“El manifiesto del fiel
infiel”)
Luego, la tercera parte
del poemario, Entre la frontera y el cuerpo (El imperio en llamas) trabaja
adentrándose en el señalamiento ontológico de la intrínseca soledad del ser
humano. De ahí que comience con el poema
“Virgen trasvestida” el cual trabaja la temática del género, sin embargo
recalca la infinita soledad del ser humano que puede ser poseído por una
infinidad de amantes que, irónicamente, “nunca podrán poseerle”, poseer su espíritu.
Esta sección habla de soledad, de heridas, simbolizadas en la garza
blanca que se repite en varios poemas.
Reescribe a Julia de Burgos, a Nemir Matos, a César Vallejo, a Pablo
Neruda. Con su reescritura establece una
lucha contra la sociedad y su “moral burguesa” que pretende definir al onthos
sólo por lo físico: “No seré como los hombres quieren que yo sea.” (“Colonias
de sus vientres”), “Sucede que me canso de ser hombre, de ser mujer y de ser
homosexual. Soy de todos el más cansado.[…] Sucede que no soy ni niño ni niña
ni maricón ni hombre ni mujer ni nada que sus lenguas puedan describir. Y me
cansa ser un signo de pregunta ambulante…” (“El dragón despierta”) La voz poética reescribe y por eso el imperio
está en llamas, porque esa voz reconstruye la realidad a su manera, en sus
términos, lo que lleva a la predicción de la muerte del patriarcado. Así lo expresa en “La tumba de los
patriarcas”: “Llevo la tumba de los patriarcas tatuada en los ojos.[…] Una
genealogía de nuevos vástagos germina en los pueblos de un siglo sin historia.
-¡No habrá nuevamente una religión de esclavos!- Los patriarcas huyen de sus
casas, nuevas semillas nacen de la vaina, deshacen los hongos acumulados con el
tiempo.” (47) El poeta insiste en la
incapacidad de definir al ser humano. En
ese carácter escurridizo radica su identidad: “Y supe que los hombres somos
inaprensibles que volamos sin rumbo y sin puerto fijo.” (“El rastro”)
Con estas ideas, abre
la cuarta sección del poemario, Ozono de la tierra. En esta parte, los poemas
pasan de la temática de género que permeó en la sección anterior y se enfocan
más en la denuncia social e histórica: los crímenes cometidos en “nombre de la
Verdad” y la sangre derramada que se convierte en el “ozono de la tierra”. Ante estos señalamientos, la voz poética se
cuestiona la razón/ justificación de la poesía/ canto, a lo que responde aludiendo
a la responsabilidad social del arte y la importancia de la voz, la lucha
contra el silencio marginador. Así lo vemos en “La carga de un siglo”: “A la
luz de este suelo sin fronteras/ me pregunto: ¿para qué sirve tanto canto?/ y
la mirada hambrienta de la noche me revela:/ “Quizás para no morirnos también
de silencio.”
En fin, en la poesía de
Abdiel Echevarría Cabán vemos cómo el elemento fantástico, ejemplificado en el
mito, evoluciona mediante su uso complejo y ambiguo a través de la metáfora
epistemológica, lo cual deviene en la conceptualización neofantástica de sus
poemas de la primera sección. Éstos, a
su vez, sirven como base y fundamento para la denuncia de las esferas de poder
opresivas y marginadoras, y para el planteamiento de la temática de
género. Sin más, sólo me queda
invitarlos a la lectura de este maravilloso poemario y esperar que puedan
disfrutar al remontar el vuelo junto con la poesía de El imperio de los
pájaros. Muchas gracias.