Sobre el autor

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Puerto Rico (1986). Juris Doctor, Universidad de Puerto Rico. B.A. en Literatura Comparada, Universidad de Puerto Rico, Recinto Universitario de Mayagüez. Entre sus publicaciones destacan: Estoicismo profanado (2007), premiado por PEN Club de Puerto Rico y El imperio de los pájaros, (2011). Es columnista de la Revista Cruce y realiza estudios doctorales en Filosofía y letras en CEAPR. Se ha desempeñado como educador comunitario. Varias noches vagó por las calles de algún punto de la isla ofreciendo condones, jeriguillas limpias y pruebas de VIH.

Sobre mi poesía

“Echevarría Cabán reintroduce en el país una poesía indagatoria cuyo realismo imaginativo se encamina hacia una estética experiencial imaginística como posible paradigma de nuestra literatura más actual”

–Alberto Martínez Márquez


"Indudablemente, la poesía de Abdiel Echevarría es un reto a la normalidad de una conciencia tradicional"

–Rafael Colón Olivieri


sábado, mayo 24, 2008

Estoicismo profanado, (re)(e)cuent(r)os y reflexiones a un año de su publicación: la ficción de la memoria














Estoicismo profanado, (re)(e)cuent(r)os y reflexiones a un año de su publicación: la ficción de la memoria

A un año de haber sido publicado, repaso algunos poemas y comienzo a descubrir nuevos significantes que ciertamente no había previsto y que, en alguna medida me llevan a pensar que, estos múltiples juegos de la mirada amplían el potencial implícito en los juegos del lenguaje para seguir a Wittgenstein.

Aún recuerdo cuando sometí el manuscrito bajo el título de “Poética” y Elidio me dijo que este título tenía que cambiarse. A primera instancia lo resentí; sin embargo, Elidio logró rastrear en el texto un título propicio, en el último verso del poema “Aulas”, el cual hoy me parece mucho más significativo.

Estoicismo profanado puede leerse como un reencuentro con el pasado del pensamiento occidental, así mismo, como la rearticulación de los debates que han cobrado auge en las últimas décadas entre las definiciones y/o (in)definiciones de la modernidad y la posmodernidad que, según Guilles Lipovesky, -ésta última- ya se ha proclamado muerta y vacía. No obstante, lo que me llamó la atención fueron las circunstancias contextuales en las que tanto el estoicismo (helénico) -como escuela filosófica- y Estoicismo profanado tienen lugar.

El estoicismo helénico surge luego de la conquista romana sobre el archipiélago griego. El descontento, la caída de lo que hoy Lyortard llamaría los grandes relatos o los grandes proyectos filosóficos aristotélicos y platónicos habían dado al traste. Por lo tanto, la filosofía respondió en aquel momento desarrollando escuelas que atendieran las vidas cotidianas de la gente, el estoicismo y el epicureismo son las más notables, aunque ciertamente se intentaron reanimar los proyectos filosóficos de Platón y Aristóteles, con el neoplatonismo entre otras. Sin embargo, la ausencia de un estado-nación provocó desinterés en construir un megaproyecto para un imperio que, en efecto, acaba de ser conquistado y por ende acaba de extinguirse. Bien lo dicen los textos judíos: “No hay nada nuevo debajo del sol.”

Estoicismo profanado, por su parte, nace en un contexto colonial, al menos si se quiere intercolonial, en que las ideologías de las grandes narrativas han estado al servicio de la causa emancipadora puesto que no ha existido un estado-nación en el país. La situación aunque similar ocurre a la inversa. No obstante, las dinámicas e interconexiones en este texto ocurren de manera aleatoria en muchos casos. Rastreo en su lectura vicios rizomáticos de la modernidad y a la vez una vigencia de estas escuelas. Me parece que la diferencia radica en el proclamado manifiesto estoico de seguir el destino sin cuestionarlo. En mi poemario, ciertamente, se manifiestan las contradicciones que plantea el estoicismo mismo, al instar igualmente a los ciudadanos a tomar parte de las discusiones políticas, algo que me recuerda sin duda al imperativo categórico en los asuntos de ética de Kant y a la vez a no cuestionar y/o intervenir en el transcurso de los eventos. Por ello, el título cobra importancia, no sólo por el contenido ideológico sino por la figura retórica, que a mi juicio abunda en el texto: el oxímoron y por supuesto, en consecuencia se manifiesta la gran contradicción moderna, imponer un sistema de libertad, justicia y fraternidad en la sociedad que abría paso al individualismo competitivo del Capital.

No obstante, nuestra mirada a la historia aún sigue siendo teleológica y evitamos ante todo, -en un país en que la derecha aparenta haber ganado- las discusiones sincrónicas de la(s) historia(s). Por ello en su estructura Estoicismo profanado responde a esta dialéctica socavada, pero que aún sustenta nuestras bases ideológicas. Por igual, esta visión teleológica crea una especie de continuidad de relatos que responden a la ideología dominante; sin embargo, en el texto, creo que hay un poema singular que busca indicar lo contrario: “Ruinas” (47) es un poema que pensé como resumen de todo el poemario, en la primera versión era en efecto el último de la colección. Mas este poema retrata la ficción en que se ha convertido el desarrollo histórico burgués. Todos los relatos terminan siendo simples ruinas en el imaginario colectivo, y aún los que lograran pervivir son ruinas de un evento que dejó de ocurrir, la memoria, se me ocurre como un cementerio en que todos los muertos fueron más buenos, en que la utopía pervive en todo su esplendor. La memoria es una reconstrucción de los individuos de los cuales nunca tendremos la certeza de su identidad, por eso los imagino como siluetas anónimas en que los recuerdos se ficcionalizan y la historia se convierte en ese mega relato del imaginario colectivo.

El estoicismo con sus contradicciones alude en el texto al inmovilismo, el deseo como acción y experiencia, queda supeditado a la razón en varios casos, y aquél que no, termina como tragedia ática o sería más adecuado decir que existe una coexistencia con la noción trágica moderna en el sentido shakespeariano. “Ofelia se evapora” –uno de mis favoritos- es un poema que ciertamente explica esta dialéctica que permanece en la memoria. El cuerpo, vuelve a sublimarse, al evaporarse, como sucede con la identidad en el poema que abre la primera parte del libro "Pierdo mi voz en verso" (19). En este desdoblamiento del yo histórico ciertamente se escuda mi sexualidad desvalorizada. En efecto, es una manifestación del deseo que alude a la insanidad física y mental según lo dispone la heteronormatividad. Al mismo tiempo, es un reclamo de la libertad, un poema que reúne la marginalidad vis à vis la legitimidad y el choque que en el espacio de lo legítimo acaba en tragedia, no obstante, en el imaginario se sublima. El descalabro, la perversión del deseo de Ofelia se equipara, pues a mi deseo, que por medio de la experiencia se manifiesta como una perversión y como perversión escapa a los relatos dominantes.

Por lo tanto, ante todo, este poemario es una metáfora del naufragio de la supervivencia; el individuo(a), supeditado(a) a la supraestructura dominante, por medio del logos logra sublimarse como las ficciones de la memoria. No obstante, la página sigue siendo el espacio del naufragio. El lenguaje nos permite concienciarnos, pero la realidad sigue siendo contenciosa. En este texto los hechos dejan de ser reales y tal vez por eso, Alberto Martínez–Márquez denomina mi propuesta poética “realismo imaginativo”.

“Bucólica Atenea” es otro ejemplo, la diosa guerrera que se subleva tras el recuerdo, pero permanece aún en silencio a pesar de que pervive en la memoria “irreconocible se extraña en su rareza”, -desecha la verdadera imagen- “se deshace en el estrago y vuelve a su ruta.”

Todas estas imágenes se convierten en el repositorio de la memoria en que se manifiesta una ficción descontextualizada que culmina en la fusión del absurdo, del cual nace sin lugar a dudas una poética inextinguible, en que los motivos se repiten y el estancamiento -como cierra la colección con el poema: "El poema que nunca se acaba" (78)- subyace bajo un comienzo que no termina y que en la latencia se recicla, por ello, en este texto abundan las contradicciones, superposiciones del mito –que es después de todo- la memoria ficcionalizada de la cultura.

Haya sido un acierto o desacierto, igual, aquí está Estoicismo profanado incapaz de silenciarse, al menos, si tomamos en cuenta que es sólo una ficción tan real como nuestra memoria.

Gracias, Elidio La Torre y Ana Ivelise Feliciano por abrirme el espacio en Terranova. A Leticia Ruiz y Armando Echevarría lectores del texto. A Alberto Martínez, Mario R. Cancel, Roberto Echevarría y Rafael Colón Olivieri quienes han enriquecido el texto con sus lecturas críticas y a todos los que me han acompañado en esta ruta del imaginario.

Para adquirir el libro pueden acceder a la página de Terranova Editores pulse aquí

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