Los hilos no siempre se conectan.
La línea puede ser la frontera
que maca la distancia.
Tejen la luz entre los cuerpos
que proyectan la sombra
y se desnuda su silencio
en la soledad de este ritual.
La humanidad está plagada de rituales
sagrados, los nombres libertarios
degeneran siempre en fundamentalismos
de sombra o es que acaso los mitos
perduran más allá de la fábula.
Fábula, la de tus labios plagados de alas.
Siempre volaban lejos de los míos aún
cuando el beso era el punto de fusión indicado.
Tejen la sombra los hilos del labio, siempre
que desprevenido el guardián céltico
se esconde de la muerte y es que
el juego les nace del cardumen de palabras.
Lo sagrado es noche blanca, opio de estelas
celestes que divagan los perímetros de Dios.
Los cuerpos siempre se abandonan de fábulas,
de hilos y líneas fronterizas.
De todas las fisuras que teje la noche
de una luz sagrada que sólo es sagrada
en la frontera del mito y la sombra.
La línea puede ser la frontera
que maca la distancia.
Tejen la luz entre los cuerpos
que proyectan la sombra
y se desnuda su silencio
en la soledad de este ritual.
La humanidad está plagada de rituales
sagrados, los nombres libertarios
degeneran siempre en fundamentalismos
de sombra o es que acaso los mitos
perduran más allá de la fábula.
Fábula, la de tus labios plagados de alas.
Siempre volaban lejos de los míos aún
cuando el beso era el punto de fusión indicado.
Tejen la sombra los hilos del labio, siempre
que desprevenido el guardián céltico
se esconde de la muerte y es que
el juego les nace del cardumen de palabras.
Lo sagrado es noche blanca, opio de estelas
celestes que divagan los perímetros de Dios.
Los cuerpos siempre se abandonan de fábulas,
de hilos y líneas fronterizas.
De todas las fisuras que teje la noche
de una luz sagrada que sólo es sagrada
en la frontera del mito y la sombra.
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