Sobre el autor

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Puerto Rico (1986). Juris Doctor, Universidad de Puerto Rico. B.A. en Literatura Comparada, Universidad de Puerto Rico, Recinto Universitario de Mayagüez. Entre sus publicaciones destacan: Estoicismo profanado (2007), premiado por PEN Club de Puerto Rico y El imperio de los pájaros, (2011). Es columnista de la Revista Cruce y realiza estudios doctorales en Filosofía y letras en CEAPR. Se ha desempeñado como educador comunitario. Varias noches vagó por las calles de algún punto de la isla ofreciendo condones, jeriguillas limpias y pruebas de VIH.

Sobre mi poesía

“Echevarría Cabán reintroduce en el país una poesía indagatoria cuyo realismo imaginativo se encamina hacia una estética experiencial imaginística como posible paradigma de nuestra literatura más actual”

–Alberto Martínez Márquez


"Indudablemente, la poesía de Abdiel Echevarría es un reto a la normalidad de una conciencia tradicional"

–Rafael Colón Olivieri


domingo, febrero 05, 2006

Mugren los espejos de los ángeles


Mugren los espejos de los ángeles
a Ana María Fuster Lavín Selene de la palabra

Mugren los espejos de los ángeles
tránsitos invadidos por el cosmos.
El espacio se hace un hueco abismal
y las horas se trastruecan contra el reflejo
del candelero apolillado, reloj trasatlántico,
buque cosmopolita de nubes negreras,
acordes pululativos de un orden desquiciado.
Nacen telarañas en las incongruencias
del pasado, los espejos no reflejan;
crepitar obsceno de instancias clandestinas.
Hombres juegan ser hombres
incapaces de observar su reflejo
sin deconstruir sus figuraciones.
Aúlla un lobo desvalido en la distancia
y un halcón contempla el instante del ataque…
El espacio se reduce oxidado en la galaxia
atónita, hueco expedido del instante.
Un mono, jugaba naipes en la mesa,
se retira del juego… y todos se observan la derrota
en un reloj detenido, escorrentía de la eternidad
diluida en un plano desdoblado.
Mugren los espejos de los ángeles, habitáculos
de Selene, Sherezada duende de las habitaciones
de un Orfeo desnudo
en la cama del olvido y la memoria divaga en el vapor del silencio…

3 comentarios:

Ana María Fuster Lavin dijo...

Espejos negros de ángeles

para Abdiel Echevarría,
peregrino entre sombras


Ángeles negreros, un triángulo convoca
oscuridades aladas, malvadas, malsanas.

Los hombres son malabaristas abismales,
jugadores de laberintos sobre espaldas de mujer,
¿nombre y apellido?
sería Sherezada, Selene, o una sirena…
No hay serenatas, ni sentencias, cuando las olas recogen los olvidos.
siempre silentes sibilan silencios abandonados;
sólo regresan las mujeres en cuarto menguante
todas y ninguna, a la luna llena,
pero clandestinas y anónimas hasta el amanecer…
Mientras una caravana de duendes juega al escondite
ellos conocen el instante eterno del verso,
y huyen de los espejos negros de ángeles…


Quizás, demasiadas obscenidades obsesionan los calendarios;
no hay lobos inocentes,
ni halcones ciegos,
como tampoco la inocencia del ángel tuvo raíz
la tierra manaba estéril de semillas oníricas
y es que nadie dormía
siquiera el dormitar de un peregrino entre sombras
espantaba los espectros azules amarilleando miradas.
Sólo los duendes saben esconderse de las pesadillas…

Un espejo convexo refleja el color del alma,
y es que nadie conoce a nadie
en esta maldita galaxia de ángeles negros
de luces sangrientas y semáforos solitarios
de vísceras callejeras sin ideales ni memoria
de abecedarios infinitos y diccionarios necrológicos,
los dioses murieron
los ángeles devoran espejos.

No queda nada,
hasta el próximo eclipse.

Sólo una cama abierta a los sueños
y la memoria por despertar…

Ana María Fuster
http://bocetosdeselene.blogspot.com

Ana María Fuster Lavin dijo...
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Abdiel Echevarría Cabán dijo...

Una memoria despertará sobre el silencio onírico que espera
el poema, triángulo y destello
que transita hermanado a la sonrisa
del peregrino entre sombras que acalla esos vórtices, la mirada duende de los signos... Se libertan las alas y el peregrino vuela y Selene observa, complices de la palabra, desatan del espejo verdades caprichosas, no absolutas,
semillas de Dios... Se entrelazan la vida, el hermano, la mirada y el silencio de todos los orbes del mundo. Se escucha en la distancia, el eco de la catarsis, no, son palabras... Lo irreconocible se reconoce con el despertar de un silbido.