Percepción ego-narci-centrista
A veces me levanto con la sensación de que el tiempo se ha detenido. Observo desde las fronteras que demarcan los límites entre el sueño y la realidad y un contrapunto extravía la transición entre el yo que se subleva ego-narci-centrista y divaga como un Vía Crusis hasta sus abismos y el yo que tiene que reaccionar a los demás. El torbellino de personalidades hace un “party” del cual pocos escapan.
Tomo la tradicional taza de café negro para amilanar los efectos nocivos de la resaca, las aspirinas siempre faltan cuando se necesitan así que el baño de agua fría se convierte en su sustituto predilecto.
Desnudo frente al espejo en medio de un mapa de contemplaciones observo mi cuerpo joven y pienso cuánto durará. Desarmo las ventanas que auscultaban mis secretos, el baúl se abre, expongo, me expongo, soy un expositor por naturaleza, luego el pudor y la gota que se derrama del grifo caen sobre mi pecho y escucho tu voz desde lejos, sólo es el eco.
La mirada se entrecruza con las imágenes que ofrece el noticiario, contemplo las incidencias del quehacer diario del país, analizo las estadísticas de muertos en el fin de semana y siento que todo sigue igual, el número no ha declinado, todo está en calma.
Mis pies poco acostumbrados al movimiento desde que descubrí que la inercia es más productiva que la centrifuga se niegan a cruzar el umbral, el pavor nuevamente, después paralizado, el roce de la bala perdida, la paralización del tiempo y el incremento del número de muertos en la estadística.
A veces me levanto con la sensación de que el tiempo se ha detenido. Observo desde las fronteras que demarcan los límites entre el sueño y la realidad y un contrapunto extravía la transición entre el yo que se subleva ego-narci-centrista y divaga como un Vía Crusis hasta sus abismos y el yo que tiene que reaccionar a los demás. El torbellino de personalidades hace un “party” del cual pocos escapan.
Tomo la tradicional taza de café negro para amilanar los efectos nocivos de la resaca, las aspirinas siempre faltan cuando se necesitan así que el baño de agua fría se convierte en su sustituto predilecto.
Desnudo frente al espejo en medio de un mapa de contemplaciones observo mi cuerpo joven y pienso cuánto durará. Desarmo las ventanas que auscultaban mis secretos, el baúl se abre, expongo, me expongo, soy un expositor por naturaleza, luego el pudor y la gota que se derrama del grifo caen sobre mi pecho y escucho tu voz desde lejos, sólo es el eco.
La mirada se entrecruza con las imágenes que ofrece el noticiario, contemplo las incidencias del quehacer diario del país, analizo las estadísticas de muertos en el fin de semana y siento que todo sigue igual, el número no ha declinado, todo está en calma.
Mis pies poco acostumbrados al movimiento desde que descubrí que la inercia es más productiva que la centrifuga se niegan a cruzar el umbral, el pavor nuevamente, después paralizado, el roce de la bala perdida, la paralización del tiempo y el incremento del número de muertos en la estadística.
Pintura de Maritzally Pérez: Musa Forzada
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