Un valor innombrable e inútil, bien cierto,
pero reencontrado en los márgenes
del sueño más remoto…
-Roberto Bolaño
Cuando estás al borde del abismo
apuestas al azar como los rieles
que duermen a la espera del zarpazo
de una rueda violenta.
Es como retornar a ese primer espacio oscuro y abyecto
en que los espejos duermen,
escondiendo el crimen
que transforma la vida.
Es como ser una pluma sin timón
envuelta por las sábanas
que agitan la corriente en la pupila.
Así han sido los pasos de mi madre,
dirigidos por los espasmos que anidan
en silencio, en la espalda de una secretaria desilusionada.
Sus pechos perdidos en el centro de otro centro
atados a las líneas de producción
de una fábrica de escorpiones…
En la pérdida permanece, como el tronco
permanece invadido por polillas…
y podría ser universal su piel escamosa
revuelta en las revueltas domésticas de los años
y podría también morir en cualquier parte…
donde mueren los soldados que mueren con la memoria agotada
succionando el deseo de volver atados al vientre materno.
Han sido los pasos de mi madre como tendidos eléctricos
que oscilan
sobre el viento,
libélulas que en la necesidad del vuelo flotan,
inestables en un mismo punto, inmóviles,
fijos en la fijeza de un silente desvarío
florecido en la fisura de un golpe.
Admiro la fuerza cabal que imprime
sobre la voz que tiembla ante el asedio,
ante el sitio
que un escorpión impone al líquido escurrido
de un veneno derretido en la corriente.
Me asombra su mirada plagada de puentes y puertos infinitos,
porque, como toda mujer, supo resistir en la orilla,
donde todos hombres naufragamos…
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