Mario R. Cancel
RUM-UPR
En primer lugar, quisiera agradecer a Abdiel Echevarría, amigo, colaborador y poeta el placer de leer y comentar su libro. Siempre es una grata experiencia chocar con las nuevas voces y aprender la distancia que imponen hacia las nuestras.
En segundo lugar quisiera hacer una aclaración sobre la cuestión de la interpretación de la obra de un colega. Toda interpretación es una apropiación desde la diferencia y la distancia. La idea del diagnóstico sobre un texto me parece una aporía. Toda lectura es una intromisión en el todo del otro.
Los riesgos en ese proceso de invasión siempre son muchos. Los peligros son mayores cuando se trata de textos poéticos que, como el de Abdiel, revelan una compleja intimidad por medio de una factura hermética. El hermetismo, la cerrazón, es la mejor manera de hablar de uno mismo. Lo cierto es que, a pesar de toda la cercanía, siempre se habla de uno mismo como de un extranjero. La identidad es un mito poderoso y frágil.
Por eso toda lectura, y esta lectura en especial, no debe ser considerada sino como un simple boceto. Mi lectura es una manera de decir lo que el texto de Abdiel me comunica, a sabiendas de que a otros lectores le comunicará otras cosas.
Estoicismo profanado (Terranova, 2007) es un texto que gira sobre la poesía. Eso ha dicho Alberto Martínez-Márquez, poeta de la generación de 1980, en el breve prólogo que antecede el texto. Es “poesía de la poesía” y una invitación a la persistencia en la creación. El motivo y el tono colocan al autor en la tradición de los escritores reflexivos –lejos de la racionalidad estructurada y cerca de la anarquía y al caos- que ha caracterizado al segmento más notable de la poesía de los últimos 25 años.
La reflexión en Estoicismo profanado toma una forma pausada y calma. Ello es así incluso cuando se cavila sobre las pasiones, como es el caso del texto “Hilvano el recuerdo” (30); o en torno al desasosiego que produce el mundo urbano, como sucede en “Un recuerdo lejano de clásica resonancia” (27-28). El alegato del estoicismo se cumple. La voz poética proyecta una sensación de fuerza que frena las pasiones en el conjunto de poemas. El acto de profanación, de desacralización, se ejecuta mediante la palabra poética.
La sección “Dédalos filosos” es una propuesta sobre la situación del ser en el mundo. La relación entre el poeta y su realidad es contenciosa. El primer poema “Pierdo mi voz en un verso” es una aceptación de la indefensión. El alegato se reduce al principio genérico “pierdo mi coraza”, luego, escribo (19). La escritura se caracteriza por la paradojas, como en “las cadenas de la libertad,” y los contrastes fuertes como “ruido silenciado” (25) o “soy el todo o la nada” (20). Esos elementos afirman la incertidumbre del ser y el conocer. El apunte del prologuista Martínez-Márquez sobre el fondo nietzscheano de este poeta es evidente.
La sección “Fusión del absurdo” afirma esa perplejidad mediante una poética irracional que debe mucho a las vanguardias de la primera posguerra mundial. Los procedimientos creacionistas y surrealistas, con su recurso a la metáfora chocante y arriesgada, son parte del arsenal de Abdiel. La sección comienza con una toma de posición en “Observo de la nada” (43). El autor se describe vacío de deseo o pasión como un estoico. Los poemas sintéticos y breves predominan ofreciendo lo mejor de la colección. El brevísimo “Ruinas” (47) -un motivo que se reitera con otros elementos de corrosión a lo largo de la colección- es un buen ejemplo de ello. “Son los despojos / de una vida / que cabalga / en las sombras / de siluetas / anónimas.” El amigable absurdo facilita la restitución de un orden en donde algo que parece una ciudad y otra cosa que simula un cuerpo se asoma. Pero esa materialidad se reduce a trazos.
“Constante Cronos” es una evaluación del tiempo. Allí Abdiel demuestra una mayor presencia de la retórica surrealista en la frontera del dadá. Las relaciones al azar de elementos inconexos afirman la sensación de irrealidad de manera palmaria.
Por fin, “Seducción del papel” es un manifiesto en torno a la escritura y la disputa con el papel. Escribir en llenar un vacío con otro vacío, parece sugerir. Pero ese vacío no es una derrota: “La palabra se torna / creación de un mundo mágico / que impone la libertad de ser.”(72) Con ello se cierra un círculo. De las primeras preguntas sobre el ser, la poesía lo conduce al ser construido mediante el artificio del texto.
Estoicismo profanado de Abdiel Echevarría es un texto maduro de un joven poeta puertorriqueño que pronto dejará de ser joven. Esa situación no tiene remedio. La propuesta sintética es escribir para vivir. Así sea.
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