Sobre el autor

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Puerto Rico (1986). Juris Doctor, Universidad de Puerto Rico. B.A. en Literatura Comparada, Universidad de Puerto Rico, Recinto Universitario de Mayagüez. Entre sus publicaciones destacan: Estoicismo profanado (2007), premiado por PEN Club de Puerto Rico y El imperio de los pájaros, (2011). Es columnista de la Revista Cruce y realiza estudios doctorales en Filosofía y letras en CEAPR. Se ha desempeñado como educador comunitario. Varias noches vagó por las calles de algún punto de la isla ofreciendo condones, jeriguillas limpias y pruebas de VIH.

Sobre mi poesía

“Echevarría Cabán reintroduce en el país una poesía indagatoria cuyo realismo imaginativo se encamina hacia una estética experiencial imaginística como posible paradigma de nuestra literatura más actual”

–Alberto Martínez Márquez


"Indudablemente, la poesía de Abdiel Echevarría es un reto a la normalidad de una conciencia tradicional"

–Rafael Colón Olivieri


lunes, febrero 27, 2006

Extrañezas de una nevera excéntrica

Extrañezas de una nevera excéntrica

La nevera siempre le había parecido un lugar extraño, desconfiaba de su disposición para enfriar todo sin protestar. Nada se dañaba en esa nevera, todo siempre estaba bien conservado. Pero nunca imaginó lo que pasaría ese día. La mañana lucubraba sobre como podría hacer que las horas transcurrieran más y más lentas. Nadie nunca le había dicho como debía conjugar el tiempo. Siempre había estado confundida con estos menesteres que le provocaban dolores de cabeza absurdos. Por otro lado, él no podía culpar a la nevera de hacer bien su trabajo ni a la mañana por sus crisis temporales si él mismo padecía de esos males.

Fue hasta la ventana y le gritó cuatro cosas al viento, sus vecinos alarmados lo ignoraron como siempre. Ya es costumbre en este pueblo ignorar a la gente incluso se han inventado métodos para hacerlo. Por ejemplo, si se te acerca alguien extraño: huye como puta sin cartera (esa era una de las más comunes) Otra, aunque te dirija la palabra jamás mires al extraño. Una vez una señora de esas señoronas y beatas corrió por todo el supermercado perseguida por un vagabundo que terminó siendo su esposo después de varios días luego del divorcio. Ella invadida por este sentimiento de piedad católica, lo ignoró y salió del supermercado imbatible, se cayó dos cuadras antes de llegar al Terminal de carros públicos, a él eso siempre le pareció gracioso.

Debo dejar de pensar tanta mierda. Cuando abrió la nevera se mostraba un poco recelosa esa mañana, no quería abrir. Que pendejá, hoy no quieres abrir hijaeputa. Te crees que puedes ignorar el hecho de que yo te mando, yo te compré y yo puedo desconectarte. La nevera reflexionó sobre el último ítem y decidió abrirse. Cuando introdujo su mano escuchó una melodiosa voz: Cuando me convierta la puta más famosa del Tapia, todos me amarán, lo sé, soy muy buena para esto, pero no se lo digas a nadie. Detrás del jamón estaba Johanna Rosaly saludándolo. Que haces mirándome desde allá idiota, sabes que no se puede entrar sin permiso en el camerino de una estrella.
Él cerró la puerta. Acabo de ver a Johanna Rosaly en mi nevera. Esto no es normal. Johanna Rosaly me parecía más joven en televisión, tiene unas arrugas para pelos Dios mío. Volvió a abrir la nevera, ahora la dulce e inmortal leyenda no estaba. Estoy acá le dijo con una sonrisa bellaquita. Sabes, desde que trabajo en Cultura Viva me siento más inteligente, no sé, aunque hay veces que Milly Gil me jodé con sus palabritas pipirisnice, pero bueno qué se le va a hacer nada es perfecto. Lo más que me jode hablando entre tú y yo es ese pelito de mapo que tiene la pobre. Johanna como estás, lista para hacer el programa. (Milly Gil acaba de brincar del litro de leche). Puta madre me habrá escuchado. Milly tan bella, me encanta tu pelo es tan libre, tan suelto, tan lleno de vida. Gracias, grabamos horita, nos vemos, ciao. Espérate, pregunta, Johanna qué hace ese tipo mirándonos. No sé, pero creo que es maricón porque como que no me mira con deseo. Deja de masturbarte el ego querida esa época ya pasó. Tú siempre tan salvaje no puedo entender como Dios crea fenómenos como tú. Yo tampoco -le dijo haciendo un ademán de impotencia.

Él cerró la nevera, cuando volvió a abrirla ahí si que todo se jodió, pudo tolerar a Johanna y a Milly, pero ahora el sacrilegio gastronómico conservado tan inmaculadamente por el servilismo de la nevera era sacrificado. No lo pudo soportar. Desconectó la nevera. No lo culpo es posible ver a Denis del Mar y a Jack Twist teniendo relaciones sexuales en Brockeback Mountain, ambos, monumentales ejemplares de la masculinidad, pero no a Pedro Roselló con Rubén Berrios encima del pedazo de pizza de la noche anterior, ahora, navegando en otro mar de lactosa. Desde ese día sufre intolerancia a la misma y nunca volvió a abrir nevera alguna.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenísimo relato, el estilo me recordó el teatro absurdo de Beckett.
Saludos,